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Entrevista:ENTREVISTA

"Hay que defender las ideas"

Jonathan Mills, director del festival, quiere que desde ahora los espectáculos tengan un hilo conductor

El nombramiento en febrero de 2006 de Jonathan Mills para suceder a Brian MacMaster en la dirección del Festival de Edimburgo causó estupor entre el mundo de la cultura en el Reino Unido. ¿Quién era ese compositor australiano del que apenas sabían que había escrito óperas de cámara que se estrenaron en Londres y que pasaron sin pena ni gloria?

De hecho, todavía sería prácticamente ignorado en el Reino Unido si no fuera porque hace poco más de una semana su nombre empezó a circular de boca en boca en la isla. La razón fue una entrevista en The Times en la que decía que las subvenciones públicas que recibe el festival, cuatro millones de libras (unos seis millones de euros), la mitad del presupuesto, no son suficientes para confeccionar una programación con calidad de la envergadura de la que se ofrece. Mills fue acusado por los políticos de ser en exceso "melodramático"; él dice que sus palabras fueron malinterpretadas, que el Festival de Edimburgo goza de excelente salud y que su futuro no corre peligro.

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Pregunta. ¿Cómo definiría su Festival de Edimburgo?

Respuesta. En esencia es una propuesta variada de espectáculos para llegar a un público diverso, pero los festivales deben tener ideas y el reto para un director en una sociedad contemporánea como la que vivimos, en la que los valores han pasado a ser relativos, es buscar qué es lo realmente importante. Defender las ideas, y es por ello que este año el festival apuesta por defender las ideas, por crear un hilo conductor, el mito de Orfeo, que permite ofrecer al público aproximaciones desde diferentes ángulos y explorarlo en profundidad.

P. Jordi Savall abrió anoche la serie de espectáculos programados sobre el mito de Orfeo.

R. Sí. Su presencia en el festival, en el que a pesar de su prestigio nunca antes había actuado, responde a la política de tener un músico en residencia. Savall es un gran artista que ha sabido reinterpretar músicas que jamás escuchó para darle nueva vida de forma magistral. Y él presenta la producción del Liceo de Barcelona de L'Orfeo, de Monteverdi, la primera ópera de la historia del género y ejemplo de cómo un momento de inspiración puede hacer que las ideas se transformen y cambien.

P. La elección del mito de Orfeo coincide este año con el 400º aniversario del estreno de la ópera de Monteverdi, pero no siempre tendrá una coincidencia como ésta que le sirva de gancho.

R. Mi idea es que cada año exista un hilo conductor que relacione los espectáculos programados, eso no significa que tenga que coincidir con un aniversario.

P. ¿Es ésta una manera de diferenciarse del resto de festivales?

R. Existen muchos festivales en verano y muchos de ellos no tienen personalidad, sólo juntan nombres en la programación. No es el caso del Festival de Edimburgo. Como tampoco lo es el de los de Salzburgo o Aviñón. Son festivales que programan ajenos a las modas, presentados en una ciudad pequeña, una ciudad a la escala humana. Creo que eso ayuda a que seamos diferentes.

P. En los últimos 10 años la presencia de artistas españoles ha sido abundante, ¿continuará en el futuro?

R. Si encajan en las ideas, que duda cabe. Lo que no haremos es invitar a nadie porque sí. Su proyecto deberá encajar en el festival.

P. ¿Cómo imagina el Festival de Edimburgo del futuro?

R. Creciendo gracias a las oportunidades que ofrece la tecnología, que nos ha de permitir una mayor interacción entre las diversas disciplinas artísticas.

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