Biocombustibles
Dice un artículo de un periódico que "los biocombustibles no emiten gases nocivos". Es necesario aclarar los conceptos equivocados que mucha gente tiene sobre el asunto. La biomasa, forestal o agrícola, como combustible sólido, contamina con partículas y gases nocivos más que muchos carburantes líquidos refinados como la gasolina. Eso sin contar con el combustible de las máquinas y camiones que deben extraerla y reunirla. En cuanto a los biocombustibles derivados, como el biodiésel y el bioetanol, también emiten gases y partículas, pero además su producción causa graves impactos ambientales y sociales, sobre todo en los países pobres. Algunos, como el biodiésel, precisan de metanol en su producción (derivado del petróleo). Pero, sobre todo, todos están generando una demanda de vegetales (como maíz, soja y caña de azúcar) que requerirá más superficie agrícola; sólo en Europa, según la OCDE, se precisaría el 70% de la actual superficie agrícola para sustituir el 10% de los derivados del petróleo. Y no olvidemos que la agricultura ha sido desde el Neolítico el principal agente de deforestación. Las miradas se vuelven entonces a los países del Sur. En Brasil, la selva amazónica disminuye constantemente por el cultivo de soja, y lo mismo en Indonesia por el cultivo de aceite de palma. Pero el efecto más pernicioso es el aumento de los precios de vegetales, alimentarios humanos y para piensos. Este efecto ya se percibe a nivel mundial. En España, el próximo aumento del 20% del precio del pan o la leche puede ser molesto, pero los organismos internacionales alertan de que en el Tercer Mundo el efecto puede ser catastrófico. Al final, como en tantos casos, los biocombustibles son un próspero negocio para algunas compañías, y un barniz ecologista para muchos políticos, pero muy lejos de cualquier interés medioambiental.
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