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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Futurismo y sexo

Un año después de publicar en París el Manifiesto futurista (donde, entre otras cosas, se dice que un automóvil es más bello que la Victoria de Samotracia, y que la guerra es la higiene del mundo) el italiano Filippo T. Marinetti (1876-1944) publica, en 1910, Mafarka su primera novela. Delirio bélico-erótico y naturalmente futurista, se trata de la historia de un héroe nuevo, Mafarka, medio oriental, aunque país y acción sean imaginarios. Una ardiente fantasía de guerra y sexo, donde las mujeres -por más que bellas- son seres inferiores, la matanza es un placer y el superviril Mafarka está casi enamorado de su hermano Magamal, que muere. Entonces el héroe construye artificialmente a su poderoso y aéreo hijo (tendrá alas anaranjadas) sin el concurso de "la vulva maléfica". La novela acaba -abriendo futuro- con el incipiente vuelo de Gazurmah, el hijo.

MAFARKA

Filippo T. Marinetti

Traducción de Julio Gómez

Renacimiento. Sevilla, 2007

183 páginas. 10 euros

En medio, guerras, degollinas, crueldad y mucho sexo, naturalmente heterosexual pese a lo dicho. En sus descripciones, en su engalanado lenguaje, Marinetti es un decadente que presiente el surrealismo. Su ideario se parece mucho -desde hoy- a un arrasador fascismo libertario, pero la creación de un espacio intemporal donde todo es posible, más que conectar Mafarka con la ciencia-ficción, nos la muestra como un claro antecedente de los mundos irreales de Burroughs, por ejemplo en Los chicos salvajes. La traducción española (Renacimiento ha reeditado en facsímil) salió en 1921 en una colección erótico-popular. Por ello aquellos lectores que buscaban morbo y lujuria, quizá no supieron que se hallaban ante un producto de la más genuina vanguardia. Creo que este pudor del sin pudor alcanzó al traductor, probablemente el hermano de Ramón, Julio Gómez de la Serna, que firmó sólo Julio Gómez. Una sorprendente muestra de la unión de contrarios, pasado y futuro, en una novela barroca, sensual y quimérica.

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