Chapuzón de peligro
UGT y PSOE piden que la policía vigile una piscina de Villaverde
El paseo de Plata y Castañar es paradójico. Suena a abundancia. Pero aquí ni sobra el dinero ni sobran los árboles. En su lugar, varios bloques de ladrillo se distribuyen anárquicamente donde Villaverde se pierde entre descampados. Tierra dura. Reseca por el sol. De gente con pocos recursos y ropa tendida en la calle. Ahí está la piscina municipal, limpia y cuidada, que toma el nombre del paseo. "Esta zona es como el Bronx", explica uno de sus guardas de seguridad sentado junto a la cancela. Lo dice como lo siente. No quiere identificarse. Mira a los descampados donde hasta hace algunos años había chabolas. Muchos de los que andan por la calle acuden a la piscina. Y hay quienes no entienden de razones.
Los trabajadores de Plata y Castañar sufren amenazas, agresiones e insultos
Los trabajadores se quejan de que muchos bañistas no respetan las normas de uso de la piscina y de que incluso llegan a agredirlos. Dicen que los violentos son "bastantes". Gente del barrio. La mayoría, de etnia gitana. En los últimos 10 días, ha habido dos agresiones: un cabezazo y un puñetazo. Con saña, dicen los empleados. Además de amenazas, desafíos e insultos. Tienen miedo de que haya más. Y de sufrir represalias si aparecen con su nombre en los medios de comunicación.
La piscina de Plata y Castañar ha pasado de ser conocida sólo en Villaverde a estar en boca de muchos madrileños. Los altercados también han motivado que el pasado martes se reunieran representantes del Ayuntamiento de Madrid y los sindicatos. UGT pedía presencia policial en las piscinas más conflictivas de la capital, entre ellas Plata y Castañar. Otilia Rodríguez, responsable de este sindicato en el Consistorio, se queja de que el responsable de Seguridad en el Ayuntamiento no se presentó a la reunión. Un portavoz del Consistorio califica de "alarmante" la reacción de UGT y afirma que "los casos de violencia en Plata y Castañar son puntuales". En la reunión se llegó a dos acuerdos. Uno, para este verano, que es reforzar la seguridad con visitas intermitentes de la policía a la piscina en las horas más conflictivas, de 14.30 a 18.00. Otro acuerdo, a largo plazo, es la inclusión de mediadores sociales en el barrio.
"Ante este panorama, los trabajadores siguen estando desprotegidos", clama Rodríguez. UGT exige una presencia constante de la Policía Municipal dentro y fuera de la instalación de Plata y Castañar. Incide en que el distrito de Villaverde (127.577 habitantes) sólo dispone de tres vehículos policiales. Esta petición se ha quedado sin respuesta, asegura la responsable sindical. "Estamos igual que estábamos", zanja.
Igual. Con desconfianza y en estado de alerta. Es la sensación de los empleados de Plata y Castañar, que mantienen sus reservas a la hora de hablar con la prensa. El miedo. ¿Hay violencia todos los días? El guarda de seguridad, el que compara el barrio con el peligroso Bronx de Nueva York, responde: "Se exagera mucho. Como exagerar es gratis...". Pero luego detalla que las agresiones verbales son "continuas" y que el pasado lunes tuvo que expulsar del recinto a ocho jóvenes que entraron saltando la valla. Se pusieron rebeldes, pero todo acabó en paz. "Nunca me ha pegado nadie. Y el que lo haga...", corta la frase mientras fuma con bocanadas de humo.
El PSOE también se ha hecho eco de los episodios de violencia de Plata y Castañar. Su portavoz adjunto, Óscar Iglesias, considera que la situación es "intolerable" y exige al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que "tome las medidas oportunas". Iglesias recuerda que es el empresario, "en este caso el Ayuntamiento", el que "debe proteger a sus trabajadores".
Los peligros son más abundantes, reconocen los trabajadores, en la zona de césped que en la entrada. Hay quien matiza que son los socorristas quienes reciben más insultos. Por invitar a los bañistas a que usen las papeleras, a que no introduzcan colchonetas en la piscina, a que no se bañen vestidos, a que no den volteretas, a que no entren con botellas de alcohol en el recinto. "En cuanto menos te lo esperas estás metido en una pelea", dice en voz baja un trabajador mientras mira fijamente al agua. "Yo no tengo por qué ejercer de guardia", se enfada. A su alrededor, bajo un sol a punto de reventar, hay unos 30 usuarios. Menos de la mitad son de etnia gitana. Así pasarán la tarde en la piscina. Bajo la mirada recelosa de los empleados.
Una brecha entre barrios
La radiografía de las 47 piscinas municipales es diferente dependiendo de los barrios. Las instalaciones donde se producen incidentes reiterados no llegan a la decena. Son las ubicadas en zonas como La Elipa, Hortaleza, Vallecas, San Fermín y Barrio del Pilar, según resalta UGT. Otilia Rodríguez, portavoz de este sindicato, detalla que en La Elipa existe "un grupo de jóvenes que cree que las instalaciones son suyas". Añade que esos chicos no respetan las normas de uso de las piscinas y se alteran si se les llama la atención.
El verano pasado, los sindicatos también elaboraron una lista de las piscinas más peligrosas: San Vicente de Paúl (Carabanchel), Palomeras Bajas, Entrevías, Cerro de Almodóvar (Vallecas) y Orcasitas (Usera).
Aurelio Segundo, responsable de la instalación deportiva de San Fermín, cree que el aumento de las medidas de seguridad es necesario "en las piscinas de los barrios de Madrid con más problemática social". Eso, piensa Segundo, servirá para evitar conflictos y apoyar la labor de los socorristas. Sin embargo, considera que los policías están para otros menesteres, "no para custodiar un edificio".
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