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Columna
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La colmena Malaya

Hace algunos meses un periódico británico contaba la misteriosa desaparición de enjambres enteros de abejas en distintos lugares del mundo. El diario relacionó estos sucesos con las ondas electromagnéticas que emiten los teléfonos móviles. La información estaba avalada por la opinión de varios científicos que consideraban que las abejas perdían la orientación con las interferencias. A decir verdad, en el mismo relato salían otros científicos defendiendo el sinsentido de la teoría, ya que advertían que las abejas no utilizan la radiofrecuencia para orientarse, sino la polarización de la luz.

Las colmenas son una especie de macrourbanización donde habitan las abejas y en las que éstas montan sus colonias a través de tres castas distintas: las obreras, los zánganos y la abeja reina. De esta estructura me he acordado leyendo el auto de procesamiento del juez Torres dando por cerrada la instrucción del caso Malaya. Se podría decir que Roca llegó a ser la abeja reina de la organización de ladrones que se montó en el ayuntamiento de Marbella, mientras la casi totalidad de la corporación -hay una veintena de ex ediles procesados, entre ellos tres ex alcaldes- fueron los zánganos, quieres dejaron el papel de obreras a una cohorte de abogados, funcionarios e incluso algunos policías, que hacían el trabajo de recolectar, ocultar o derivar el polen que recogían de los promotores y los empresarios.

Según el sumario, en esta colmena de Marbella también tuvieron un papel esencial las ondas electromagnéticas de los teléfonos móviles. A partir de unas denuncias iniciales, este aparato alcanzó un enorme protagonismo. La policía intervino cientos de llamadas que interfirieron, sin que los afectados lo supieran, en el trabajo diario del enjambre. El relato de lo que se contaban entre ellos fue clave para diseccionar el complejo entramado empresarial tejido por Roca para ocultar el dinero negro. Y sin saberlo, todos fueron perdiendo la orientación, como las abejas con las ondas de los móviles.

Hay otro hecho esencial en la investigación, que también tiene un cierto paralelismo con una colmena. Las abejas forman colonias de modo muy diferente a como lo hacen los abejorros o las hormigas. Para constituir un nuevo grupo, la abeja reina de más edad abandona el enjambre, llevándose consigo a un buen número de obreras y dejando a la reina más joven a cargo de la colonia. Este hecho fue esencial también en Marbella, a raíz de la moción de censura que desbancó a Julián Muñoz. Primero éste, luego Marisol Yagüe, Isabel García Marcos y Carlos Fernández, quisieron dejar de lado a Roca, al que consideraron una reina vieja, y montaron cada uno su colonia por separado, con sus obreras y sus propios sistemas para recolectar. Todos se sintieron reyes y la estructura piramidal se fue diluyendo, tras una generalizada, extendida y prolongada situación de evidente corrupción política y económica.

Según el auto de incoación del sumario, Roca tenía a su servicio y bajo su mando una estructura organizada perfectamente consolidada y jerarquizada, que contaba con fondos importantes y con el personal necesario. A partir de la moción de censura, compró las voluntades de los representantes elegidos por el pueblo con las cantidades que recibía de los promotores para que de modo general se sometieran a sus designios votando sin mayores complicaciones todo lo que venía de la gerencia de Urbanismo. Desde 1996, cinco años después del desembarco de Roca en Marbella, su situación se consolida y empieza a utilizar los servicios de los despachos de letrados implicados en la trama para ocultar el dinero negro. La investigación ha sacado a la luz la estructura de esta banda criminal: el rey, los zánganos y la colonia de obreras que hacían el trabajo sucio. Miguel Ángel Torres, el juez que ha destapado el espíritu de esta asquerosa colmena, abandona mañana su puesto en el juzgado de Marbella. Vayan estas líneas de reconocimiento a su trabajo de juez-apicultor, con la esperanza de que quién lo sustituya continúe limpiando la colmena.

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