"Yo pactaba con el PP la respuesta a ETA"
En el saludo de bienvenida de la página web del Senado, el presidente, Javier Rojo, sigue prometiendo a los ciudadanos que en esta legislatura se acometerá una reforma de la Cámara alta para que en ella esté mejor representado el Estado de las Autonomías y tenga más peso político. Con el paso de los meses y de las broncas, hasta el presidente del Gobierno ha tirado en público la toalla sobre esta reforma constitucional, y eso que la consideraba prioritaria. Pero Rojo asegura que hará un último intento en septiembre para convencer a los partidos, en concreto al PP, para al menos iniciar este debate. Él afirma sentirse satisfecho sólo con haberlo planteado. "Hemos puesto un clavo en la roca. Ya no hay vuelta atrás". No tiene problemas en ponerse la chaqueta de cargo del Partido Socialista de Euskadi para hablar de la situación en el País Vasco.
"No puede ser que porque haya una discrepancia en la táctica para erradicar el terrorismo se diga que hemos claudicado. Yo me rebelo contra eso"
"La descentralización ha sido el gran éxito de España. El Senado debe ser la institución común, motor de esa diversidad, que le dé cohesión"
Pregunta. Para el que no sepa ni dónde está el Senado, ¿por qué hay que meterse en cambiar la Constitución para reformarlo?
Respuesta. Lo tenemos que reformar porque la España territorial, autonómica, descentralizada, es una realidad. El gran éxito de España ha sido esta descentralización. La España de la diversidad desde la unidad. El Senado es la institución común que tiene que ser el motor de esa diversidad de la España autonómica. Le dará más cohesión. Nos hará más cómplices y más responsables los unos con los otros. En definitiva, que un problema que tenga un extremeño pueda ser un problema que sienta un valenciano. Y una solución que tenga un canario tiene que poder ser la solución de los vascos.
P. Las carencias del Senado como cámara territorial se han visto especialmente en los estatutos de autonomía, donde no ha tocado ni una coma.
R. Es verdad. Es el gran reto de esta institución. Pero es muy difícil hacer una reforma si no hay consenso. El PP no ha querido, y no podemos iniciar un camino para estrellarnos. Pero no tengo ninguna duda de que si no lo hacemos los que estamos ahora, lo harán otros. Si no existiese el Senado, habría que inventarlo.
P. Explique la negativa del PP a iniciar este debate, porque el Gobierno no ha llegado ni a poner una propuesta sobre la mesa.
R. El PP lo ha dicho abiertamente, no me lo invento, en el sentido de que o no toca, o no es el momento o no se tiene que hacer. El PP no está de acuerdo con que sea una reforma constitucional. Quieren una reforma con la que no haya que modificar la Constitución. Nosotros planteamos que no se puede hacer, porque si no, no se puede modificar la representación de la cámara. La representación en el Senado se hace de acuerdo con las provincias, cuando ya hace años que el punto de referencia de lo territorial en España son las comunidades autónomas. Si se quiere cambiar, hay que modificar la Constitución, no es un capricho. Es curioso, porque Manuel Fraga es un entusiasta de la reforma. Pero llegarán tiempos mejores en la política y en las relaciones entre partidos.
P. Pero es que ese debate no se ha llegado ni a iniciar.
R. Había una voluntad sincera de hacerlo. Esta es una legislatura en la que nadie puede decir que no ha habido voluntad de potenciar la cámara territorial y el sistema autonómico. Se han hecho cosas impresionantes, como avanzar en la normalidad con la que se habla en el Senado en las lenguas cooficiales. En septiembre quiero hablar con los portavoces de los grupos parlamentarios, una vez estemos en el curso. Me gustaría trasladar la voluntad de que podríamos darle cumplimiento a la moción que aprobamos en el debate autonómico, según la cual debíamos iniciar los trabajos para la reforma. Lo plantearé en junta de portavoces.
P. ¿Un Senado reformado, donde se pongan en común los intereses territoriales, habría rechazado debatir el plan Ibarretxe?
R. No tenga ninguna duda. Hubiese sido rechazado con los mismos argumentos, porque no tiene encaje en la Constitución. Si alguien tenía alguna duda de que nos equivocamos al rechazarlo, Ibarretxe lo volvió a presentar en las elecciones a los ciudadanos para que le dijesen lo que pensaban, y le restaron 120.000 votos. Pero él sigue pensando '¿estarán equivocados? ¿no lo he explicado bien?'. Y vuelve a presentarlo otra vez en estas elecciones y pierde 80.000. Pierden en Álava y en Guipúzcoa, en Vizcaya están con la lengua fuera. ¿Qué más necesita? Ya no es que el Senado te lo rechace, sino la propia sociedad.
P. Acabamos de vivir el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, con división entre los partidos. Quería pedirle una opinión desde Euskadi.
R. En mi condición de vasco, que vivo en Euskadi, me gustaría que las cosas fuesen de otra manera, cómo no. Sinceramente, creo que hay demasiada opinión desde fuera del País Vasco. Por ejemplo, el PSE-EE ha tenido unos resultados electorales magníficos, pero hemos recibido descalificaciones como si hubiésemos perdido. Pido respeto y consideración. Porque nuestra posición es legítima y está en defensa de las libertades, en defensa de la paz y en contra del terrorismo.
P. Como socialista vasco, cuando otros socialistas vascos critican la política antiterrorista del Gobierno, ¿cómo sienta?
R. Si entienden que la posición del PSOE es la equivocada, yo planteo ¿dónde está la razón en un sistema democrático? Cuando no hay ya varas de medir porque te has medido con todas, te miden los ciudadanos. Eso sí que te mide. Tras estas elecciones, hoy puedo decir que en Euskadi el PSE tiene un aval muy importante de la sociedad que le dice 'por ese camino vais bien'.
P. Pero en un tema tan dramático como el terrorismo, cuando uno pierde el apoyo precisamente de miembros de su partido afectados por este tema...
R. Me quedo con el 99,9% que está justamente en la otra dirección. Así de claro.
P. Viendo las imágenes de 1997, la respuesta de la sociedad vasca de entonces, cabe preguntarse si hemos ido para atrás.
R. No lo creo. Para nada. ¿Alguien puede pensar que no se ha avanzado? Es que en Euskadi... [Rojo se altera y sube el tono de voz] es que esa es la gran vergüenza para nosotros, para el conjunto de la sociedad, durante años se miraba para otro lado ¡Se miraba para otro lado! Y se decía 'bueno, esto es para unos pocos, los demás estamos bien'. A partir de aquel momento, todos entendimos que era un problema de todos y que la solución era para todos. ¡De qué manera hemos avanzado! ¡Pero cómo alguien puede pensar que aquello no sirvió para nada! Sirvió para mucho, porque hubo rebeldía, y aquella rebeldía todavía está en la sociedad. Otra cosa es que se discrepe de la táctica para erradicar de raíz el problema. Pero lo que no puede ser es que porque haya una discrepancia en la táctica, se diga 'es que has claudicado'. Eso no es verdad. Yo me rebelo contra eso. Yo no he doblado la rodilla nunca, ni he visto a mi partido doblar la rodilla nunca. ¡Nunca! Empezando por el presidente del Gobierno y acabando por el último militante. Ya ve en qué tono le estoy contestando. Porque a mí me duele muchísimo, porque tengo madre, hijos, nietos, amigos, porque he perdido muchas cosas, muchas más de las que hemos contado y todo eso para que encima te terminen diciendo que somos unos claudicantes, que hemos bajado la guardia y que nos hemos entregado a no sé quién. ¿Pero de qué estamos hablando aquí, hombre? Eso no se puede hacer.
P. La crítica se concentra en el presidente del Gobierno.
R. Mire, yo al presidente del Gobierno lo conozco hace muchísimos años. Y lo único que le he escuchado es una obsesión por acabar con el terrorismo. Él es leonés y yo vasco. Cuántas horas hablábamos por teléfono cuando éramos diputados. Y todo lo que decía era 'esto hay que arreglarlo'. Ese era el objetivo de este hombre, que hoy es el presidente del Gobierno. Cuando la mayoría absoluta de Aznar, me acuerdo que vinimos a entregar las actas, él de diputado y yo de senador, y estuvimos cenando en Madrid. Me acuerdo de lo que me dijo: 'Javier, aquí hay que hacer un pacto contra el terrorismo, de unidad de los demócratas, y apoyando al Gobierno, al que le toque'. Esa es la voluntad del PSOE. Eso es lo que corre por nuestras venas sobre este problema. Por eso a uno le duelen estas descalificaciones, estas cosas que se dicen, no ya de mí, que tengo la conciencia muy tranquila, sino del propio presidente del Gobierno.
P. Pero ¿no cabe la crítica moderada? Simplemente, que se pueda estar equivocando.
R. Yo en la vida he aprendido que solamente se equivoca el que hace cosas. No conozco a nadie que se equivoque no haciendo nada. Es el presidente del Gobierno de todos los españoles. Al Gobierno hay que darle la responsabilidad, pero también los avales y el apoyo. Pero sobre todo porque es la corresponsabilidad de uno con otro, esté quien esté. Como ha ocurrido toda la vida. Cuando el PP gobernaba y estaba Jaime Mayor Oreja de ministro del Interior, nosotros, en este caso yo, cuando ocurría algo que tenía que ver con el terrorismo, hablaba con él. Y lo que hacíamos era pactado. Porque no queríamos debilitar la posición del Gobierno en la lucha contra el terrorismo. ¡Yo hablaba con él! Sobre esto, sobre aquello... Si decía 'no conviene', pues no se hacía. Así actuábamos nosotros. ¿Cómo quiere que nos sintamos ahora? Tengo la conciencia tranquila y el orgullo de haber contribuido desde la lealtad a mi país, a España. Había cosas que no nos gustaban, claro, pero como nos gustaban muchísimo menos los terroristas, pues nos parecía que había que apoyar al Gobierno de España. Porque no quiero darles ni una coma a los culpables, los terroristas, los que los defienden y los que miran para otro lado. Los demás no somos culpables de nada. Podremos no estar de acuerdo en la táctica, pero creo que al Gobierno le corresponde liderar, porque para eso es el Gobierno. Y los demás, empujando, que es lo que nos toca.
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