Alimentos o energía
El debate sobre la responsabilidad humana en el cambio climático ha dado pie a otros, que tratan sobre el desarrollo de fuentes de energía más amigables con el medioambiente. Dado que los principales insumos en producción de biocombustibles, como por ejemplo el bioetanol, son también fuente de alimento, ¿vamos a plantar grandes superficies para satisfacer la creciente demanda de biocombustibles en perjuicio de la producción de alimentos?
La OCDE y la FAO pronostican que en EE UU la producción de etanol, y por ende de su principal insumo el maíz, se duplicará en 10 años. Como consecuencia, en 2016 un 32% de la producción total se dedicaría a la obtención de combustible frente a un 20% en 2006. Por su parte, se espera que en la UE, donde el biodiesel ha sido históricamente más importante, la producción de etanol a base de trigo gane peso, aumentando 12 veces el uso de este cereal. Brasil es hoy el mayor productor de etanol a base de caña de azúcar, y por las condiciones climáticas su producción es más eficiente que, por ejemplo, la de EE UU. Aun así, se espera que cerca del 60% de la producción total de caña se destine a la elaboración de etanol en 2016, cuando hoy no alcanza el 50%.
Biocombustibles: un toque de atención a las prioridades y a la investigación en busca de mayor eficiencia
La mayor producción de biocombustible ha hecho que los precios del grano estén muy por encima del promedio de la decada última. OCDE y FAO coinciden en que estos altos precios han llegado para quedarse. Y el instituto FAPRI anticipa que seguirán altos al menos hasta 2010, momento en el que espera que el crecimiento de la producción alcance al de la demanda.
Así las cosas, de no mediar una combinación de tecnologías y políticas que favorezcan un uso más eficiente de los insumos es probable que en el futuro destinemos demasiado terreno agrícola a producir combustibles. Asimismo, el alto precio de estos cultivos puede tener graves consecuencias para países en desarrollo que son importadores netos de alimentos, y también para las poblaciones urbanas más pobres. Al respecto, el progreso técnico ha permitido desarrollar una nueva sustancia a partir del azúcar de las frutas que permite obtener un combustible más atractivo en términos energéticos que el etanol. Avances en esta línea son bienvenidos, aun cuando en particular no ayudan a disminuir la dependencia de los cultivos en la producción de biocombustibles.
Carola Moreno Valenzuela es economista del Servicio de Estudios Económicos del BBVA.
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