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La Mezquita Roja de Islamabad se reabre con un baño de sangre

Un terrorista suicida mata a 15 personas, la mayoría policías, y hiere a más de 70

Ángeles Espinosa

Un terrorista suicida mató ayer a 15 personas e hirió a varias decenas más en Islamabad. La mayoría de las víctimas son policías, ya que al parecer el atacante hizo estallar su carga en medio de un contingente que descansaba en las proximidades de la Mezquita Roja. El Gobierno del presidente, Pervez Musharraf, acaba de reabrir la aljama, dos semanas después del asalto que dejó un centenar de muertos, con la intención de calmar los ánimos de los islamistas. Sin embargo, las plegarias se convirtieron en una protesta y la policía disolvió a los asistentes.

"Al menos 15 personas han resultado muertas, entre ellos siete policías, y medio centenar heridas", declaró el jefe de la administración de Islamabad, Khalid Pervez, citado por la agencia France Presse. El atentado tuvo lugar en uno de los mercados más concurridos de la capital, el Aabpara, a apenas trescientos metros de la Mezquita Roja. Los antidisturbios reponían fuerzas junto al Hotel Muzaffar tras haberse enfrentado a los fieles que habían acudido al rezo, el primero después del sangriento asalto de dos semanas atrás.

Muchos de los asistentes eran estudiantes de Jamia Faridia, un seminario afiliado a la mezquita. Pero su reapertura no sólo no sirvió para congraciarles con el Gobierno sino que catalizó su malestar. Para empezar, rechazaron al imam designado por las autoridades, Mohamed Ashfaque, que tuvo que salir del templo protegido por la policía, y pidieron el regreso del maulana -líder espiritual de la madraza- de la Abdul Aziz, detenido desde que intentara escapar del asalto bajo un burka y que quería imponer la ley islámica en Islamabad.

"Musharraf es peor que un perro. Debe dimitir", coreaban los estudiantes, mientras por los altavoces de la mezquita se anunciaba que se prometía "vengar la sangre de los mártires". Pero no se trataba sólo de jóvenes aún afectados por el asalto. El vicepresidente de Mutajida Majlis-e-Amal, una coalición de partidos religiosos que hasta ahora apoyaba a Musharraf, le llamó "asesino" y anunció que pronto habrá una revolución islámica en Pakistán.

Además, interpretaron como una afronta el color melocotón con el que las autoridades habían pintado aljama, cuyo nombre en urdu, Lal Masjid, significa precisamente Mezquita Roja. Advertidos, habían introducido en el recinto numerosos botes de pintura roja y se dedicaron a repintar el edificio. A pesar de ello y de los eslóganes antigubernamentales que corearon desde el patio interior, la policía no intervino hasta que a la salida del rezo -finalmente dirigido por clérigo de Jamia Faridia- fue atacada con piedras.

Los antidisturbios utilizaron entonces gases lacrimógenos para dispersar a la multitud y se inició una batalla campal. Algunos fieles volvieron a atrincherarse en la mezquita. Sin embargo, tras el atentado, la policía evacuó el templo. Como es habitual en Pakistán, nadie se responsabilizó del ataque, el segundo de estas características que se produce en Islamabad y que parece indicar que los militantes pro talibán han llevado su guerra contra el Gobierno hasta el corazón mismo de la capital.

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Tras el asalto a la mezquita el 10 de julio, tanto los militantes pro talibán como el número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, juraron vengar a sus correligionarios muertos. En ese ataque de las Fuerzas Armadas a la Mezquita Roja, que se produjo tras una larga semana de un sitio que parecía interminable, murieron 102 personas, según las cifras del Gobierno. Sin embargo, las televisiones paquistaníes llegaron a hablar de más de dos centenares de fallecidos. Desde entonces, Pakistán vive una oleada de atentados sin precedentes que ya ha dejado dos centenares de heridos, en su mayoría miembros de las fuerzas de seguridad.

Un policía es auxiliado por dos compañeros tras resultar herido en el atentado ocurrido en Islamabad.
Un policía es auxiliado por dos compañeros tras resultar herido en el atentado ocurrido en Islamabad.ASSOCIATED PRESS

La guerra de los colores

La Mezquita Roja, construida en 1965, fue bautizada así al color de sus paredes interiores. Ayer, al reabrirse tras el asalto del 10 de julio, sus paredes ya no eran rojas, sino beis. Los estudiantes islamistas intentaron devolver al templo su color original, pero la policía paquistaní se lo impidió ayer, al menos por el momento.

Desde sus inicios, la mezquita ha gozado del patronaje de las personas más influyentes de la sociedad paquistaní, incluyendo algunos miembros del Gobierno, militares, y presidentes. Las escuelas coránicas aledañas a la mezquita son consideradas desde hace tiempo de las más radicales.

La mezquita desempeñó un papel muy importante en el reclutamiento de militantes muyahidin durante la invasión soviética a Afganistán. Los líderes religiosos a cargo de la mezquita eran, desde 1990 hasta el asalto de hace 20 días, los hermanos Abdul Aziz Ghazi y Abdul Rashid Ghazi. Predicaban una versión de línea dura del islam que llamaba por una implementación de la sharia. Abdul Aziz Ghazi murió durante la toma de la mezquita.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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