"Hacer un fetiche de la identidad es muy peligroso"
"El País Vasco es muy complejo y dinámico y goza de una extraordinaria riqueza", sostiene el periodista y escritor irlandés Paddy Woodworth (Bray, 1951). Pero también es un país donde "todo está influido por la política" y donde los nacionalistas y los no nacionalistas "no se escuchan los unos a los otros" todo lo que sería deseable.
Woodworth, quien conoce desde hace muchos años Euskadi y ha escrito páginas y páginas sobre el llamado conflicto vasco, aportó ayer en San Sebastián su mirada, "desde la lejanía", de la Euskal Hiria que defiende el escritor Bernardo Atxaga y sus posibilidades creativas. Fue en los Cursos de Verano de la UPV, dentro de la escuela organizada por Mondragón Innovation & Knowledge bajo el título Capital creativo: construyendo la sociedad creativa actual.
"Para recuperar un idioma débil frente a uno grande quizá es necesario hacerlo obligatorio en determinadas circunstancias"
"¿Se puede ser vasco sin ser nacionalista, carlista o cristiano? Deberíamos preguntar al PNV si acepta una acepción tan amplia"
El periodista y escritor irlandés sabe que es difícil "aparcar" el impacto del fenómeno terrorista -"no sólo el de ETA, también el de 40 años de dictadura y el del Batallón Vasco Español y los GAL"-, pero invita a quien le escuche a analizar también el paisaje vasco "obviando esta sombra". Se encontrará así, según defiende, con un país con importantes recursos naturales, un capital social extraordinario, tecnologías muy avanzadas y una gran riqueza cultural.
Él lo ha ha plasmado en el libro The Basque Country, un ensayo que publicará el próximo mes de septiembre en inglés -espera que en el futuro se traduzca al castellano-. Con él intenta adentrarse en el "laberinto vasco" a través de un camino en el que se mezclan "la cultura ancestral y la moderna". Se asoma a la vez, por ejemplo, a las calles del casco histórico de Elciego y el hotel diseñado por Frank Ghery en la localidad alavesa.
Pero también es un libro en el que invita a interiorizar que la identidad vasca, como la irlandesa o cualquier otra, es "múltiple, plural", algo que debería ser reconocido por todos, nacionalistas y no nacionalistas. En este sentido, pone sobre la mesa el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, en el que se reconoce el derecho de los habitantes de Irlanda del Norte a identificarse como irlandeses, británicos o ambas cosas.
La comunicación entre unos y otros para reconocer esa identidad plural se le antoja complicada en Euskadi. "Sobre todo, porque no se escuchan los unos a los otros", opina. "Eso de hacer un fetiche de la identidad es muy peligroso; todo el mundo tiene que relajarla un poco. Los vascos no van a desaparecer del mundo. Pero tampoco un posible País Vasco independiente tendría por qué aniquilar la identidad española".
Woodworth admite que intenta "dar leña a todos". Así que no duda en criticar a los nacionalistas vascos que "excluyen del canon nacional de escritor vasco" a un autor como Pío Baroja, que escribía en castellano. "Era implacable contra el nacionalismo vasco y la religión católica. ¿Se puede ser vasco sin ser nacionalista, carlista o incluso cristiano? Deberíamos preguntar al PNV si acepta una acepción de vasco tan amplia", apunta.
Pero tampoco duda en arremeter contra los nacionalistas españoles, en referencia al Partido Popular, que son "incapaces de apreciar la naturaleza específica de la identidad vasca".
El escritor y periodista irlandés considera que, en la medida en que los vascos mantengan ciertas "heridas abiertas" y aborden su herencia cultural de forma unidireccional, tendrán dificultades para exportar su riqueza cultural de manera creativa.
¿Qué relación establece entre el idioma, en este caso el euskera, y la identidad vasca? "El idioma no debería ser utilizado como un arma de división". Woodworth parte de esta idea y lanza varias reflexiones. "Para recuperar un idioma débil frente a uno grande quizá es necesario hacerlo obligatorio en determinadas circunstancias. Pero todo lo del euskera es muy difícil, precisamente por su riqueza y por ser tan distinto. En cambio, los catalanes lo tienen relativamente fácil".
Piensa, en cualquier caso, que el sistema educativo vasco lo está haciendo bien y que el bilingüismo de las nuevas generaciones favorecerá una evolución positiva. Eso sí, le da "pena" comprobar que muchos jóvenes euskaldunes, cuando hablan entre sí "de música, sexo, moda..., de alguna manera de la modernidad, se pasan al castellano". "Eso es un desafío", subraya, de la misma forma que defiende que el español y el francés deberían considerarse, junto al euskera, "idiomas vascos, porque se hablan en el País Vasco".
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