_
_
_
_
Fallece el presidente del Grupo PRISA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Vale una vida entera

Soledad Gallego-Díaz

Al entierro de Jesús de Polanco asistieron, sobre todo, periodistas. Había también, sin duda, muchos empresarios, políticos y gente del mundo de la edición y de la cultura, porque Polanco fue un gran editor y un hombre que se movió siempre en el mundo de los libros y de sus autores. Pero había sobre todo periodistas porque Jesús de Polanco fue, por encima de todo, el empresario que levantó EL PAÍS y que comprendió y modernizó las relaciones entre la propiedad de un diario y la dirección y redacción del mismo.

Todos los periodistas que estábamos ayer en La Almudena sabíamos que asistíamos a su entierro porque Polanco supuso un enorme cambio en nuestra profesión, en nuestro trabajo y en el futuro del periodismo español. Algunos, además, le profesábamos afecto y un gran respeto personal, pero le conocieran o no, cualquier profesional de este oficio que no sea mezquino o ignorante tendrá que reconocer que Polanco revolucionó en este país, primero el mundo de los periódicos, y luego el mundo de los grupos multimedia, y que fue capaz de colocar a una empresa española, por primera vez, en hit parade mundial de los medios de comunicación.

Enterró una manera caduca de ser empresario y alumbró un nuevo modelo
Más información
El adiós de todos

Sin Polanco, sin su fuerza, su valor y astucia empresarial, sin su reconocimiento a la separación de poderes entre su papel como propietario y el del director del periódico, sin el pacto que firmó con Juan Luis Cebrián, las empresas periodísticas españolas serían distintas y el periodismo que se practica en este país seria diferente, y peor. Las cosas son como son. EL PAÍS es una obra de la que estar orgulloso, un periódico que vale una vida entera y ayer varios centenares de periodistas le rendimos homenaje póstumo por ello.

En el entierro de Adoph Ochs, creador de The New York Times, que murió también a los 77 años, se pusieron de manifiesto muchas cosas: su temperamento, sus días más duros y sus momentos más oscuros, pero, sobre todo, su capacidad para hacer algo difícil: proporcionar una estructura empresarial muy sólida y muy independiente a lo que nacía como un simple diario.

Nadie le podrá negar a Jesús de Polanco ese mismo mérito. Las únicas broncas que se le han escuchado en la redacción de este periódico, casi desde el primer día, han sido por no cumplir los objetivos de difusión. No habían pasado ni cinco meses desde la salida del periódico y convocó a la redacción. Los periodistas más jóvenes nos preocupamos: ¿querrá llamar la atención por algo publicado? En absoluto. Jesús de Polanco nos abroncó por no haber llegado, ya, a los 100.000 ejemplares. Y después del enfado, llegaron los ánimos, algo que también sabía dar, con discreción, y muchas veces, en privado. Al final, el periódico consiguió colocarse a la cabeza de la difusión en España Lo logró, les guste o no a sus críticos, simplemente porque tenía las mejores noticias, la mejores fotografías y los mejores artículos. Quizás podíamos ser algo pesados, pero Polanco jamás nos reprochó en aquellos tiempos difíciles otra cosa que la falta de ambición (quería llegar cuanto antes al medio millón de ejemplares) y las lagunas de calidad. "Los médicos entierran sus errores; los abogados, los cuelgan. Y los periodistas, los colocáis en primera página", bromeaba.

Cuando anunció al staff la salida a Bolsa de PRISA le expresé mis preferencias por las empresas periodísticas familiares, historicamente mucho más respetuosas con el trabajo profesional que los insaciables fondos de inversiones. A la salida, hizo un aparte: "Me ha hecho mucha gracia que te gusten las empresas familiares. Aquí, en privado, te diré que tienes razón en una cosa: siempre será más fácil convencerme a mí o a mi familia de reinvertir en corresponsalías que a un agente de bolsa".

Dicen que a Polanco le atacó mucha gente. Es cierto; incluso se vió sometido a un proceso aberrante, pero también es verdad que cuando lo necesitó tuvo mucha gente a su lado. Sobre todo, la que le conocía de verdad. Quieran o no sus detractores, la historia del periodismo está de su lado: fue él quien enterró una manera caduca de ser empresario y quien alumbró el nuevo modelo. Eso no se puede cambiar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_