La actitud ante ETA y el encaje en España dividen a los dos sectores en pugna en el PNV
El pactismo de Imaz y el soberanismo de Egibar se enfrentarán en el congreso de diciembre
El encontronazo entre el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, y el lehendakari Juan José Ibarretxe, reconducido el pasado lunes en 24 horas, es tan sólo un anticipo de la batalla que se abre este otoño en el primer partido vasco que, a primeros de diciembre, deberá elegir entre una concepción pactista de Euskadi, representada por su actual presidente, y otra, soberanista, encabezada por el líder de su organización guipuzcoana, Joseba Egibar, y encarnada también en Ibarretxe.
La necesidad de pactar con los no nacionalistas el futuro de Euskadi separa a Imaz de Egibar
La batalla, que se materializará con la presentación en dos candidatos y dos ponencias antagónicas a la Asamblea Nacional (equivalente a un congreso), será crucial porque están en juego la estrategia para lograr el final de ETA y las relaciones de Euskadi con el resto de España. Una batalla que aflora tras permanecer larvada en la última década.
Imaz ha ganado el primer asalto con su reto a Ibarretxe. En la tensa reunión de la dirección del PNV el pasado lunes, Imaz, en presencia del lehendakari y de Egibar, desautorizó la propuesta del jefe del Gobierno vasco de celebrar un referéndum en Euskadi en 2008. Lo hizo apelando al documento que él presentó y el máximo órgano del partido aprobó en octubre de 2005.
Imaz recordó que el referéndum, según dicho documento, era el final de un proceso para el que en estos momentos no se dan las condiciones: un acuerdo entre los partidos vascos superior al logrado con el Estatuto de Gernika y la ausencia de violencia.
¿Por qué Imaz, contra la costumbre del PNV, decidió hacer pública la polémica el domingo en la prensa vasca? Para que se le tomara en serio, porque Ibarretxe y el sector soberanista no le hacían caso, según fuentes del PNV.
Había muestras claras: Ibarretxe, tras reunirse en La Moncloa con Zapatero el 20 de junio, defendió como iniciativa política, tras la ruptura del proceso de paz por parte de ETA, su plan de referéndum para 2008. Y el plan empezó a cuajar hace unos días: Egibar, en una entrevista, se refería al referéndum, y los representantes de los partidos socios del Gobierno de Ibarretxe -Javier Madrazo, de IU-EB, y Unai Ziarreta, de EA- entraban públicamente en el tema.
Imaz decidió cortar por lo sano ante lo que era una amenaza para su proyecto. "Necesitaba hacer un gesto de autoridad y marcar el territorio de su proyecto", señalan fuentes peneuvistas. ¿Y cuál es el proyecto de Imaz? Lo recogerá la ponencia política que presentará en la Asamblea Nacional. Pero sus posiciones sobre los dos temas cruciales -la estrategia para el final de ETA y para la normalización política, vinculada a las relaciones con el resto de España- están adelantadas en el documento que aprobó el PNV en 2005 y que supuso un giro espectacular respecto a la línea soberanista que imprimió su antecesor, Xabier Arzalluz, de 1998 hasta su retirada en 2003.
Imaz, con el documento redactado por él mismo con apoyo del profesor Daniel Innenarity, irrumpía con fuerza en el debate del PNV en un momento crucial. Trataba de cubrir el vacío dejado por el Plan Ibarretxe, el plan soberanista del lehendakari aprobado en el Parlamento vasco en diciembre de 2004 con el único apoyo de los nacionalistas y rechazado en las Cortes en febrero de 2005. Paralelamente, trazaba la hoja de ruta del inminente proceso de paz, plasmado en la tregua de ETA de marzo de 2006.
El documento abogaba por un nuevo acuerdo político en Euskadi que superase los errores del Plan Ibarretxe al tener en cuenta la pluralidad vasca -al PSE y al PP- y cuya condición previa es la renuncia de ETA, a la que ofrece un final dialogado, limitado a cuestiones humanitarias. En un artículo publicado en el último número de la revista de Gesto por la Paz, Bake Hitzak, Imaz reitera que la violencia no ha producido "el más mínimo avance en el autogobierno" del País Vasco y rechaza que la paz pueda tener precio político.
El documento de 2005 suponía, de hecho, el entierro del Pacto de Lizarra, de septiembre de 1998, cuya filosofía mantienen aún Egibar y Arzalluz, al pretender construir Euskadi desde la mayoría nacionalista, marginando a los no nacionalistas.
La ponencia que presentará el sector soberanista a la Asamblea del PNV de diciembre apuntará en esa dirección. Egibar y Arzalluz consideran que la posición de PP y PSE, contraria al "derecho a decidir" de los vascos, es un veto a su plan, que pretende sacar adelante un proyecto soberanista por mayoría simple. En este esquema, Batasuna arrastraría a ETA y se lograría el fin del terrorismo.
Los campos entre las dos corrientes están delimitados. Pero, ¿cómo llega Imaz a la presidencia del PNV y, aunque por la mínima, derrota a Egibar a fines de 2003? Imaz es un "pata negra" del PNV, líder de sus juventudes en los ochenta, doctor en Química y europeísta. La deriva soberanista de su partido le cogió fuera de Euskadi, como parlamentario europeo. Pero Ibarretxe, elegido lehendakari en octubre de 1998, le designó consejero de Industria y portavoz de su Gobierno.
Imaz, pese al soberanismo imperante en el PNV, marcó un estilo distinto. Su formación política está marcada por su paso por Europa y su admiración por la línea que marcaron durante la República el lehendakari José Antonio Aguirre y Manuel Irujo, ambos europeístas. Como consejero vasco de Industria, estrechó sus relaciones con el empresariado y se hizo eco de sus angustias por el chantaje de ETA. Como portavoz del Gobierno vasco, mostró una contundencia con ETA y una sensibilidad hacia las víctimas del terrorismo que contrastó con la frialdad de Ibarretxe.
Tuvo clara la necesidad de abrir cauces con los partidos nacionales. Tras declarar el Gobierno de Aznar la guerra al PNV, Imaz se preocupó de establecer canales de comunicación con el PSOE y, desde 1999, conectó con Alfredo Pérez Rubalcaba. La relación resistió momentos difíciles, como la firma del Pacto Antiterrorista entre PP y PSOE, en 2000, que atacaba al PNV, además de a ETA.
Imaz, en contraste con Ibarretxe y Egibar, aporta una visión de Estado que ha desarrollado desde su elección como presidente del PNV a fines de 2003. Ha recuperado la relación con el PP a través de Mariano Rajoy, con quien se ha reunido al menos dos veces, pese a reprocharle el uso partidista de la política antiterrorista para desgastar al Gobierno.
Ha ampliado sus relaciones con el empresariado español y con otros sectores sociales en sus frecuentes visitas a Madrid y Barcelona. Y ha establecido un hilo directo con la Casa del Rey.
Durante el fallido proceso de paz, Imaz fue coherente con sus principios sobre el fin de ETA. Apoyó al presidente Zapatero en su intento de fin dialogado de la violencia y se implicó en el proceso cuando el PSOE le pidió que participara en las reuniones con Batasuna para acordar la creación de una mesa de partidos. Imaz no veía claro ese paso, porque ETA mantenía la kale borroka y la extorsión. También ha extendido la presencia internacional del PNV, aislado desde que el PP lo echó de la Internacional Demócrata Cristiana, y ha establecido una relación prioritaria con el partido del primer ministro italiano, Romano Prodi, y el Partido Demócrata de EE UU.
Imaz, con su artículo del domingo, ha aclarado al PNV su programa y sus prioridades ante las elecciones internas de diciembre: terminar con ETA, con un fin dialogado si abandona definitivamente las armas. Y, después, lograr un pacto entre partidos nacionalistas y no nacionalistas para reformar el Estatuto, asumido por las Cortes y sometido a referéndum, como marca la ley. En la historia del PNV no se conoce una actitud tan nítida ante ETA y las relaciones con el resto de España.
Imaz, tras la polémica pública, continuará el debate en clave interna, según fuentes del PNV. ¿Dónde está su fuerza? Su influencia exterior es muy superior a la de Egibar. Internamente, sus próximos aseguran que mantiene al alza los apoyos con los que ganó las elecciones en 2003: Vizcaya, Navarra, Euskadi Norte y las Juntas Extraterritoriales e, incluso, gana influencia en los territorios controlados por Egibar: Guipúzcoa y Álava.
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