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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Laberinto navarro

La formación del Gobierno autónomo de Navarra se ha convertido en un laberinto cuya salida sigue resultando incierta. Los resultados del 27 de mayo dibujaron un panorama complejo, pero la sensación de estar ante una ecuación parlamentaria irresoluble es consecuencia, sobre todo, de la influencia que los pactos en Navarra pueden tener sobre las próximas elecciones generales. El Partido Popular ha conseguido imponer la idea de que es en la Comunidad Foral donde se constatará si el Gobierno de Zapatero ha cerrado por completo la vía del diálogo con ETA, y el Partido Socialista ha renunciado a impugnar los términos de ese falaz y artificioso desafío.

Navarra no vive, con todo, una situación que requiera fórmulas excepcionales de Gobierno. El bloqueo no es resultado de ninguna quiebra institucional, sino de los errores cometidos por los principales partidos. Unión del Pueblo Navarro ha seguido durante los últimos años, y también durante la reciente campaña autonómica, la misma estrategia del todo o nada por la que apuesta el Partido Popular. Ha vuelto a ser la fuerza más votada en Navarra y, sin embargo, carece de margen político para proponer cualquier salida que no consista en una gran coalición, una fórmula de emergencia para la que no se dan las circunstancias, ni por razones institucionales, ni por razones políticas, después de la feroz campaña contra los socialistas. La estrategia de UPN no sólo ha perjudicado sus intereses, sino que, además, ha debilitado la estabilidad de las instituciones forales, reduciendo las posibilidades de acuerdos políticos que den forma a la decisión de los ciudadanos en las urnas.

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Si el Partido Socialista descartaba desde el principio el acuerdo con NaBai, no debería haber prolongado un simulacro de negociación durante mes y medio, generando expectativas políticas que no estaba dispuesto a satisfacer. Los socialistas fueron la tercera fuerza más votada y, por tanto, no estaban obligados a asumir el protagonismo en la formación del Ejecutivo foral. La necesidad de corregir ese paso en falso, ese innecesario protagonismo, es lo que les ha llevado a la insólita propuesta de un "Gobierno de convivencia", que coincide con la iniciativa de UPN en el hecho de que trata de responder a un clima de excepcionalidad inexistente. Aunque añade una segunda intención: se trata de una maniobra ideada, además, para minimizar el coste político de la ruptura con NaBai.

Un Gobierno en minoría de UPN, o la convocatoria de nuevas elecciones en el supuesto de que UPN renunciase a presentar su candidato, son salidas políticas que tienen cada una de ellas sus contraindicaciones. Pero ambas conjurarían las fórmulas excepcionales de Gobierno, un fantasma que ha sobrevolado el futuro inmediato de Navarra.

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