Como la vida misma

Manolo y Ana son de un país de esos en los que hay una gran injusticia social. En ese país de donde son el IPC sube poco, al igual que los tipos de interés. Claro, su sueldo no sube mucho; pero en cambio los precios tampoco. Manolo y Ana se han comprado un pisito de 300.000 euros, han contratado una hipoteca por 260.000 (al mayor plazo posible para que el banco considere viable la operación). Ellos ganan al mes 2.600 euros entre los dos (tienen la suerte de que Ana trabaja). Comenzaron pagando una cuota de hipoteca de 1.075 euros (con un tipo de interés del 3,50%) pero a los cuatro años el tipo ha subido al 6% y la cuota de la hipoteca se les ha puesto en 1.482 euros. Para colmo de mala suerte Ana ha tenido un bebé... Antes disponían de 1.525 euros al mes, para todos los gastos. No les sobraba nada; pero llegaban justitos a fin de mes, incluso se tomaban alguna cañita... Ahora solo disponen de 1.304 euros al mes... y además los precios, dicen, han subido unos 7 puntos en esos años. Lo cierto es que Manolo y Ana son de un país donde la vivienda supone un gasto mensual, para los ciudadanos, del 33% (como mínimo) y sin embargo sus gobernantes no consideran que los intereses bancarios deban afectar al IPC. De hecho, ni el incremento del precio de las viviendas influye apenas en ese índice.

Manolo y Ana están desesperados, están pensando en venirse a España. Han oído que este es un país democrático y socialmente muy justo... Como la vida misma.