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Tribuna:REFLEXIONES TRAS EL 27-M
Tribuna
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El PP gana, el Opus gobierna

El Opus le ha ganado la batalla a los valencianos, a los que no votaron PP, y a una inmensa parte de los que votaron, se la ha ganado, por tanto, a una parte del propio PP. Y se la ha ganado a la modernidad, tan manida en los últimos discursos de Camps, y sobre todo, al Progreso.

Tanta campaña exitosa vendiendo proyectos y valencianía envueltos en celofán de progreso con lacitos de ilusión. Tantos discursos de: "...Somos los mejores, y antiguo el que lo niegue...". Tanta admiración, devoción y autosatisfacción, en los últimos discursos del nuevo-viejo presidente, pronunciados ante las Cortes Valencianas en los últimos días, para acabar entregando los votos del PP a la Obra, al Opus, que es quien ha ganado el Consell; unos con denominación de origen conocida, otros con denominación discreta o aún de meritorios, qué mas da.

El Consell que nos ha presentado Camps ha revestido en sus preliminares una especie de liturgia vaticana de aprendiz. Sin chimenea en el Palau de la Generalitat, sin paja que quemar, porque seguramente el proveedor ya no la sirve hasta que no le paguen la que sirvió en 2003, sin obispos, pero con Camarlengo, Camps ha querido demostrar que el misterio lo pone él, igual que los nombramientos; que los tiempos los marca él y no la prensa, ni su grupo, ni su partido. Que los votos dan la legitimidad para gobernar, y cuando son más de los esperados, no solo dan legitimidad, sino también una especie de éxtasis político que permite hablar sin decir, hacer discursos de investidura más vacíos que la caja de la Generalitat, y entregar el Consell, a quien seguramente más rogativas ha hecho para que la gaviota dejara de serlo en la campaña electoral, y apareciera ante los electores como una humilde paloma, si no de la paz, que para eso ha de hacer muchos cambios de pluma todavía, sí del Espíritu Santo, guía no solo de la santidad a la que nuestros electos populares conducen, con paso procesional pero firme, al Pueblo Valenciano, sino también de ilusión y progreso, eso sí, por el camino del Bien que marca Cañizares y sus ministros en el Consell.

¡Acabáramos! Lo lamento por quienes después de votar el PP se sientan ya decepcionados, pero se veía venir, aunque haya que reconocer que engañaron bien y la fuerza de sus "propagandistas" tuvo éxito. Otros fueron menos astutos y fueron condenados a las tinieblas de la oposición.

Lo bien cierto es que Camps ha hecho un gobierno no paritario. Dice que la Ley no le obliga, luego en su voluntad política no está la paridad si no es por obligación, y las mujeres siguen siendo para él un sector y no la mitad de la sociedad. Para qué tanta foto electoral con mujeres y tanto hablar de su parte femenina.

Ha hecho un gobierno preelecciones generales, colocando un halcón en el control de la Ciudadanía, la Inmigración y la Cooperación, que podrá seguir pagando los compromisos adquiridos con "asociaciones" afines y contraer nuevos. Un poco de oro, porque no queda mucho en la caja, y bastante mirra, que simboliza en la epifanía el sufrimiento y la muerte futura, en este caso de las asociaciones que osen oponerse al "moderno" Consell de Camps, serán el regalo que el enviado de los tres Reyes-Vicepresidentes, el conseller Blasco, les va a traer

El Bien, en definición de los obispos más rancios, y la Caridad, también en sentido aún más rancio, ya saben, dar lo que te sobra, cobran fuerza y vigor de la mano de Cotino que, elevado a la categoría de Rey Mago del Bienestar Social, desde su vicepresidencia, y con la ayuda de la Obra, hace que la parcela más sensible de la política del Consell entre en el túnel del tiempo, camino del siglo XIX.

Es un camino bien estudiado, además de escrito: del poder de las obras al poder para la Obra. Pero la pregunta será conocer si la nueva obra, como las viejas, está marcada por los sobrecostes más abusivos. Amén.

Ya tenemos Consell, con novedades poco sorprendentes, con el abandono de quien quería simbolizar desde su trayectoria la Ciencia y la Universidad, con el desalojo definitivo de los últimos vestigios zaplanistas, que al menos eran más divertidos, y una fuerte presencia del Opus que, a pesar de no presentarse a las elecciones, las ha ganado sin que los que votaron PP sospecharan que su voto era algo más que un voto a la Formula 1.

Un presidente que está extasiado con su tremendo éxito, como un niño el día de Reyes, seguramente por eso ha nombrado a tres vicepresidentes. Tres reyes que nos traen muy poco oro, porque la caja esta vacía e hipotecada para varias décadas; mucho incienso, porque hay mucha adoración que hacerle al niño, si no queremos que se deprima; y mucha mirra, que simboliza las lagrimas y el dolor, que, sin duda, habrán de soportar los que menos posibilidades tienen de subsistir ante las dificultades, y quienes tienen sus ingresos ya esquilmados al máximo para pagar sus hipotecas, por no hablar de los que ni siquiera se atreven a suscribir una.

Del premio a García Antón, prefiero no hacer ningún comentario, la memoria de 43 valencianos y valencianas que ya no podrán opinar sobre este Consell, por usar el transporte público el día menos idóneo, me lo impide. El 3 de julio está demasiado cerca. Y eso no hay elecciones que lo hagan olvidar, ni Opus que lo pueda absolver.

Quizá alguno no sepa que el éxito también está entre las causas de mortalidad, al menos en lo que a política se refiere.

Andrés Perelló es diputado socialista en les Corts Valencianes.

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