Arranca el nuevo Consell
Casi a rebufo de las últimas estrofas del himno de la Comunitat en las Cortes Valencianas con motivo novedoso de la investidura del presidente Francisco Camps, éste ha dado a conocer la composición del Consell que afrontará la segunda legislatura después de haberse capitalizado políticamente con una contundente victoria electoral. Un hecho éste que explica el libérrimo -y en algún caso banal- criterio con que ha decidido la composición del Gabinete, mezcla de veteranía y bisoñez, lo que en principio es un objetivo de todo jefe de grupo político y hasta de entrenador deportivo.
Al citado rasgo genérico, objetivo y constatado hay que agregar otro en el que asimismo coinciden la mayoría de los comentaristas, y nos referimos al bajo perfil de dicho órgano, entendiendo como tal la escasa relevancia intelectual, técnica y política de algunas de las nuevas incorporaciones. Una calificación que, obviamente, debemos tomar con reservas porque el instinto político y capacidad de gestión han de proyectarse en la praxis diaria y no acreditarse exclusivamente mediante títulos académicos. No obstante, si el sector turístico se le encomienda a una dama especialista en derecho de familia hay motivos para comprender el mosqueo -por describirlo moderadamente- de los industriales afectados, que ya asumieron antes la inexperiencia de su antecesora en el cargo, y hoy presidenta de las Cortes. Menos mal que el negocio funciona por sus propias inercias y a menudo basta con que su responsable no se interfiera.
Otro tanto podríamos aducir de la titular de Industria y Comercio, Belén Juste, avalada sobradamente por la determinación con que ha desempeñado sus funciones en otros cometidos, pero de la que bien puede dudarse si es la persona adecuada para afrontar en estos momentos críticos, y desde su óptica preferentemente comercial, los problemas de la industria valenciana. En todo caso, poco de bueno habrá de hacer para mejorar el legado de predecesor, Justo Nieto, que, eso sí, ha tenido la cortesía insólita de reintegrar su acta de diputado cuando ha sabido que no se requerían sus servicios. No le va la sopa boba.
Una tercera dama que nos suscita interrogantes es la titular de Cultura y Deporte, Trinidad Miró, que goza de su condición de alcoyana, lo que inicialmente le otorga el plus de valencianismo y talento común a sus conciudadanos. Ahora tendrá que demostrarlo y hacernos olvidar que su mejor mérito no ha sido únicamente distanciarse del zaplanismo en la hora y punto oportunos, o sea, que es algo más que una oportunista. Lo tiene arduo, con tal falta de recursos económicos y tanta descriminación que enmendar.
Ellos, los caballeros, con sus excepciones, son más conocidos y están mejor contrastados por sus años de servicios, con la ventaja de que no se les ha aplicado el criterio de paridad, si bien todos juntos no pesan -por lo que se cuenta y fabula- tanto como la jefe de Gabinete de Presidencia, Ana Michavila, espíritu sutil y monjil que aparece como la deus ex machina, el comodín de todas las combinaciones y maniobras. Parecía que en esta oportunidad iba a dar un paso adelante e intitular una consejería, pero ha debido optar a seguir inspirando desde el foro los prodigios de esta corte de los milagros, lo que en todo caso abonaría su talento.
No debemos cerrar esta pasarela incompleta sin mencionar a Rafael Blasco, el más ducho, hábil y eficaz de cuantos consejeros se han sucedido en la Generalitat. Un portento político para el que se le ha improvisado un nuevo departamento, el de Inmigración y Ciudadanía, desde el que, con toda seguridad, volverá a proyectar dinamismo y colmar de contenido, pero que también tiene toda la pinta de ser un destino subalterno para amortizar a su titular. Una oportunidad, acaso la última, de haberse cortado la coleta, renunciando a la dádiva y saliendo por la puerta grande, si eso es posible.
Y ahora, esperar resultados. En adelante ya no se le podrá echar el muerto a los zaplanistas -aniquilados por el tolerante presidente- ni siquiera a la oposición, tan esquilmada. Todo el poder y responsabilidad serán del PP y de este Consell que acaba de ponerse manos a la obra, y no lo decimos en segundas intenciones, aunque, bien pensado, también valdría la humorada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.