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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Líderes en cocaína

La oferta crea demanda: cuando los informes policiales constataron hace más de una década que las redes del narcotráfico utilizaban a España como puerta de entrada de la cocaína hacia Europa, muchos expertos pronosticaron un fuerte incremento de su consumo en nuestro país. No se han equivocado. Las alarmas saltaron ya en 2005, cuando el informe de Naciones Unidas sobre drogas mostró por primera vez que España estaba en el primer lugar en consumo de cocaína, droga que desplazaba a la heroína entre las causas de solicitud de tratamiento en los centros correspondientes. El nuevo informe de la ONU conocido esta semana indica que España se mantiene en la cabeza de esta lamentable estadística, a la vez que se observa un repunte en el consumo de heroína.

El 3% de los españoles de entre 15 y 64 años se declaran consumidores, el doble que en 1999. Los datos son aún más sombríos si se va al detalle de esos consumos. Estudios del Plan Nacional contra las Drogas muestran que el consumo entre los adolescentes está creciendo peligrosamente. En 2004, el 7% de los jóvenes de entre 14 y 18 años declaraba que había consumido cocaína en el último año y el 11% de los de 18 años que la habían consumido en el último mes.

A esta situación se ha llegado por la confluencia de tres factores: el aumento desmesurado de la oferta, la facilidad de acceso a la droga, que resulta relativamente barata, y la ausencia de conciencia de riesgo por parte de quienes la consumen. Pagamos ahora las consecuencias de que durante años esta droga gozara de un halo positivo. A diferencia de la heroína, que se consideraba la droga de los marginados, la cocaína aparecía como la droga de la creatividad, a la que recurrían ejecutivos y artistas. Pero la cocaína es una de las sustancias más adictivas y perversas, porque la ausencia de un síndrome de abstinencia tan aparatoso como el de la heroína hace creer a los consumidores que "controlan", que son capaces de tomarla o dejarla, cuando en realidad están ya fuertemente enganchados. Y porque creen que es inocua, cuando los efectos cardiovasculares pueden ser graves y los mentales, devastadores.

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España es uno de los países que más recursos destina al problema de las drogas, pero es evidente que las medidas adoptadas hasta ahora no son suficientes. Habrá que repensar toda la estrategia. Estamos ante un problema de salud pública de primera magnitud que requiere medidas de emergencia.

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