Con futuro
Los dos últimos espectáculos del ciclo Operadhoy 2007 han sido atractivos desde perspectivas muy diferentes e inciden en la variedad de propuestas que acoge en la actualidad el género operístico sin desvirtuarse. La cuestión de si son óperas o no queda en segundo plano. No lo son Zangezi y Drumming en sentido tradicional, desde luego, y quizás sería más clarificador situarlas como teatro musical o conciertos con voz. Lo que no ofrece discusión es la calidad y el interés de las formulaciones. En realidad, es lo que más importa.
Zangezi es un estreno mundial del compositor Héctor Parra (Barcelona, 1976). Se inspira para su música en el innovador poeta ruso Velimir Khlebnikov (1885-1922), que firmó antes de la Revolución de 1917 el manifiesto Una bofetada al gusto del público y del que su poema Zangezi se montó como obra teatral poco después de su muerte.
Operadhoy 2007
Zangezi, de Velimir Khlebnikov y Héctor Parra (estreno mundial). Libreto y escena: Robert Pienz. Drumming, de Steve Reich, con Drumming Grupo de Percussao de Oporto. Dirección musical y concepto escénico: Miquel Bernat. Con la colaboración de EL PAÍS. Teatro Albéniz. Madrid, 23 y 25 de junio.
Parra desarrolla con esta fuente de inspiración una música excepcional, buscando caminos para una nueva expresividad apoyada en los lenguajes derivados de la electrónica -cuenta con el IRCAM de París, donde ha sido compositor residente- y en una teatralidad de corte tan hiperrealista como neofuturista.
Los resultados artísticos son irresistibles. De bofetada tiene poco. De creatividad a partir de leyes físicas y energéticas al servicio de la fantasía musical, bastante más. Su parte de responsabilidad en el acierto, que ha supuesto su teatralidad, tienen la soprano Alexandra Zamojska y los actores Ana Caleya, Georg Reiter y Christoph Kail. Y, claro, el director de escena, Robert Pienz. Zangezi se representará próximamente en un teatro de Salzburgo.
Magnetismo
En cuanto a Drumming, es un clásico del compositor minimalista estadounidense Steve Reich, de finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta. La interpretación del grupo de percusión de Oporto que lleva su nombre fue, sencillamente, fabulosa por su virtuosismo técnico, concentración rítmica y precisión en la elaboración del sonido. Las voces de Fátima Serra y Marta Valero se integraron a las mil maravillas en la ceremonia, así como la flautista Stephanie Wagner.
La obra, dirigida escénica y musicalmente por el lúcidamente inquieto Miquel Bernat, desprende un magnetismo permanente al que es difícil sustraerse. Fue precedida, a modo de aperitivo, por Music for pieces of wood, de 1973, que sirvió, en efecto, para calentar el ambiente.
El ciclo de ópera contemporánea que dirige Xavier Güell terminó en punta teatral y musicalmente. Casi me atrevería a decir que ha sido la de 2007 su mejor edición. O, al menos, la más sorprendente.
Babelia
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