Los accesos viarios a Barcelona son incapaces de absorber las incidencias que se registran
El accidente de un tren de Euromed del pasado viernes se produjo en la zona más congestionada de los accesos a Barcelona. La red ferroviaria se halla al límite de su capacidad, de modo que cualquier incidencia la bloquea y provoca retrasos sin cuento en montones de trenes. Pero es que las carreteras paralelas no están mejor, ni mucho menos. En los accesos viarios a Barcelona, el vuelo rasante de una mosca puede acabar en un colapso morrocotudo, de los que se han vivido media docena en lo que va de año.
La carretera que pasa junto al lugar del accidente del Euromed, es decir, la C-31 a su paso por El Prat, es utilizada diariamente por 64.454 vehículos ligeros y 4.770 camiones. Pero la que se halla ligeramente más al interior, casi en paralelo, la C-32, soporta una media diaria de 104.167 automóviles de turismo y 8.130 vehículos pesados. Es decir, las carreteras del litoral están cada día rozando el colapso. Basta con un vehículo averiado para que se produzca. Si la avería afecta, además, a un punto tan neurálgico como el nudo del Llobregat, que sirve de rótula de distribución, la consecuencia es el caos estático, es decir, todos parados y sin poder dirigirse a ninguna parte.
Porque es cierto que, al menos en teoría, se podría desviar el tráfico hacia las carreteras del interior (la A-2 y la AP-7) si no fuera porque estas vías están también al límite de su capacidad. La A-2 (antigua Nacional II, hoy autovía sin peaje) es utilizada por 86.149 turismo a la altura de Martorell. Pero a su paso por Cornellà, esa cifra se ha ampliado ya considerablemente, hasta alcanzarse los 107.565 coches. Y a esas cantidades hay que añadir los camiones. Por la A-2 en Martorell pasan diariamente 16.294 y en Cornellà se han convertido en 21.627. Es decir, la A-2, casi a la entrada de Barcelona, tiene un tráfico de más de 132.000 vehículos.
Como ocurre en la costa, la A-2 tiene otra vía paralela: la autopista de peaje. En Martorell es utilizada por 54.405 más 16.294 camiones. Poco después esta vía deja de ser de peaje y el número de usuarios se dispara. A su paso por Sant Feliu de Llobregat es utilizada por 126.726 coches y 18.516 camiones.
Es cierto que en el norte las cosas no van mejor. La C-58, a su paso por Ripoll, tiene un tráfico de 145.670 vehículos (incluyendo los ligeros y los pesados). El resto de accesos del lado norte, sin embargo, no supera nunca las 100.000 unidades, con la única excepción de la C-32 (en la zona del Maresme), que a su paso por Alella soporta 101.168 vehículos.
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