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Reportaje:Ataque contra las tropas españolas

Demasiado cerca de Tiro y Sidón

La población chií está muy próxima a los campos palestinos plagados de integristas

Fernando Gualdoni

La ciudad de Jiam y sus alrededores son un bastión de Hezbolá. Su alcalde, Alí Zreik, es un miembro de peso en el Partido de Dios y nunca ha estado de acuerdo con el despliegue de una Fuerza Internacional de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) en el sur del país. Por ello, Jiam era la única ciudad de la zona bajo control español donde los militares no patrullaban por sus calles. Los chiíes de Jiam, la gran mayoría de los 40.000 habitantes, no eran los más amables con las tropas españolas, a pesar de que sus ingenieros habían repavimentado muchos de los caminos cercanos y ayudado en la reconstrucción de escuelas y centros sanitarios. El pueblo fue duramente bombardeado durante la guerra del verano pasado entre Hezbolá e Israel.

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El grupo integrista chií condenó ayer el ataque contra las tropas españolas, pero lo cierto es que si no han sido ellos, cuesta imaginar que otro grupo opere en la zona sin que ellos se enteren. A pesar de que muchos dirigentes de Hezbolá comenzaron a moverse al norte del río Litani para evitar ser vistos y controlados por las tropas de la ONU, en estos días era relativamente fácil ver a los milicianos desarmados patrullando en moto las calles de sus bastiones, como Jiam, Beint Jbail o Markaba. La milicia puede no tener nada que ver en el atentado, pero la zona es suya y es difícil que una mosca vuele sin que lo sepan.

Los integristas, sin embargo, pueden refugiarse en una coartada. Jiam está muy cerca de la frontera con Israel y de la ciudad cristiana de Marjayún -donde está la base Cervantes del Ejército español y la sede del principal batallón del Ejército libanés al sureste del país-, pero también está a tiro de piedra de las ciudades de Sidón y Tiro, que albergan dos grandes campos de refugiados palestinos, cada uno con sus facciones integristas dentro.

En el de Sidón están los de Jund al Sharm (Soldados de la Gran Siria) y Usbat al Ansar (La Liga de los Partisanos), ambos vinculados a Fatah al Islam (Conquista del Islam), el grupo que desde el pasado 20 de mayo combate contra el Ejército libanés en el campo de refugiados palestino de Naher el Bared, cercano a la norteña ciudad libanesa de Trípoli. Todos estos grupos están vinculados a Al Qaeda. En el campo de Tiro también hay representantes de estas facciones radicales, integradas principalmente por libaneses, sirios y jordanos que viven en esos campos en los que por un acuerdo de 1969 no entran las fuerzas de seguridad libanesas.

Por las carreteras secundarias que pasan por decenas de pueblos es muy fácil llegar desde Sidón y Tiro al lugar del ataque. Hay controles del Ejército libanés, pero desde que empezó el conflicto de Nahar el Bared muchos de los efectivos del sur fueron trasladados para reforzar las tropas en el norte. Hace unas semanas, se podía transitar por esas carreteras y ver que sólo había soldados libaneses en uno de cada tres controles y muchas veces había solamente un soldado en la garita.

El pasado domingo 17 de junio, en plena lucha fratricida palestina en Gaza, dos cohetes Katiusha fueron lanzados desde el sur de Líbano hacia territorio israelí. Los dispararon desde Taibé, otro bastión chií que albergó la primera base española tras el desembarco de los infantes de marina en septiembre de 2006. Hezbolá inmediatamente negó la autoría del ataque y responsabilizó a grupos de radicales integristas procedentes de los campos palestinos.

Soldados de la ONU y libaneses inspeccionan el vehículo atacado ayer en el que murieron seis soldados españoles.
Soldados de la ONU y libaneses inspeccionan el vehículo atacado ayer en el que murieron seis soldados españoles.REUTERS

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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