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Nada personal

Juan Ignacio Crespo

Se suele describir irónicamente a los bancos como instituciones que te proporcionan un paraguas cuando hace sol y te lo quitan cuando llueve. El protagonismo creciente de los hedge funds (conocidos en español como fondos especulativos o, también, fondos de inversión libre) empieza a "acrecentar con la afrenta el dolor de la herida".

Durante las últimas semanas, los mercados de renta fija han sufrido una verdadera convulsión. Nadie está seguro de si se trata del comienzo de un ciclo nuevo o simplemente de algo pasajero. En realidad, hablar de convulsión resultaría un poco exagerado si no fuera por el temor a que las caídas de precios de bonos y obligaciones que han tenido lugar en la primera quincena de junio sean sólo el comienzo de una nueva tendencia que llevaría los tipos de interés de largo plazo muy por encima del 4,70% donde se hallan actualmente (para el caso de los bonos del Tesoro español a 10 años), un nivel que ya es bastante más elevado que el 3% al que llegaron a bajar hace un par de años.

La subida de los tipos de interés coincide, no por casualidad, con un estancamiento de las bolsas occidentales en los niveles máximos

Esta subida de los tipos de interés de largo plazo coincide, no por casualidad, con un estancamiento de las bolsas occidentales en los niveles máximos que alcanzaron hace unos meses y que son, en casos como el de la Bolsa española, los más elevados de su historia.

¿Por qué es tan importante la subida de los tipos de interés de largo plazo? Porque encarece el crédito para las empresas y los gobiernos, además de, en algunos casos, hacerlo también para los particulares: en países como Estados Unidos buena parte de las hipotecas se referencia a esos tipos de largo plazo y no a los de corto plazo como sucede en España.

Las dificultades de las familias que en Estados Unidos no pueden hacer frente al pago de sus hipotecas ya se habían transmitido en el mes de febrero a los inversores institucionales por la vía de la llamada titulización de créditos hipotecarios, una manera en la que los bancos tradicionales se desprenden de los créditos que han concedido para pasárselos, en forma de bonos, a inversores que en otra época estaban muy alejados del negocio crediticio, o a esos inversores de nuevo cuño que son los hedge funds.

Con la subida de los tipos de interés, esos problemas no han hecho más que recrudecerse y acaban de salir de nuevo a la superficie en forma de práctica liquidación de dos hedge funds promovidos por el banco de inversión norteamericano Bear Stearns, primeras víctimas hipotecarias de una relación que se augura bastante larga.

Curiosamente, hay otros fondos de tipo hedge que han hecho la apuesta contraria. Muchos de ellos ya empezaron hace casi un año a vender los bonos en los que el cobro del cupón está ligado al pago puntual de hipotecas de baja calidad. Otros fueron incluso más lejos, vendiendo riesgos que no tenían a través del mercado de derivados. O, dicho de manera más sencilla, haciendo una apuesta, acertada por ahora, en la que ganarían dinero si la morosidad de los créditos hipotecarios iba en aumento.

Son esos hedge funds ganadores los protagonistas de una anécdota de apariencia desalmada que evoca los momentos más duros del capitalismo manchesteriano o las historias más lacrimógenas de Charles Dickens.

En los últimos meses, algunos bancos norteamericanos, con el propósito objetivo de proteger sus balances, han tratado de suavizar las condiciones que hacen que un préstamo se declare moroso, retrasando de esa manera la ejecución de las hipotecas impagadas, y aliviando de paso la carga que para las familias más humildes representa el encarecimiento del crédito. A esas medidas se han opuesto con firmeza los hedge funds, cuyas plusvalías dependen justamente de que el ratio de morosidad aumente; algo que suena totalmente falto de compasión, a pesar de que los hedge funds lo hagan con total ingenuidad y con el único propósito de defender sus ganancias; por razones de negocio, y no por una especial aversión hacia los menesterosos. En fin, sin que entre sus motivaciones pueda detectarse nada personal.

Juan Ignacio Crespo es miembro del Cuerpo Superior de Estadísticos del Estado.

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