La Vespa y la tele
Ahora se ve más lo que se cuelga -Juan Cueto dixit- que lo que se ve. Fue entrar en YouTube el sketch de la Vespa del presidente de RTVE, Luis Fernández, y encenderse los motores de la atención mediática y popular. Ahora ya la vox pópuli sabe que el presidente del ex ente también maneja las técnicas que se supone que aconseja a sus directivos: comunicar no es aburrir. Y escogió el lenguaje de la tele para decir que él está ahí para impulsar un cambio de estilo. Más que un viaje en Vespa, que lo es, es un programa de trabajo, y por tanto la muestra de una actitud. Que el futuro se acompase con lo que respira ese estilo ya es cuestión de acierto y, cómo no, de trabajo. Los que resoplan por ahí poniendo en cuestión la oportunidad de hacerlo así acaso son los mismos que aplauden la ocurrencia de Hillary y de Bill Clinton de asemejarse juntos al momento culminante de Los Soprano, esa serie para aprender de las series. Seguramente ni Luis Fernández ni sus directivos serán nunca ni siquiera actores como los de su serie de sobremesa -que es una buena serie de sobremesa, Amar en tiempos revueltos, y es española-, pero seguramente no pasaba por su cabeza otra cosa que distraerse para comunicar y entretener, y eso, comunicar y entretener, es el mensaje principal de la tele.
Por otra parte, ni es la primera vez que va en Vespa en pos de un acto importante de su mandato -se estrenó viajando así, y los medios lo siguieron y lo recogieron-, ni es la primera vez que muestra acaso lo que aprendió en otros lares: que el sentido del humor es una válvula capaz de abrir mejor las entendederas que el discurso del método. Y se sometió a sí mismo a un ejercicio que ahora ya es público y notorio: recogió en Vespa al hombre que tiene que ver con las finanzas del grupo que dirige, se lo llevó en ese medio de transporte a una reunión programática, e hizo que una imagen valiera, por una vez, más que mil palabras. Pues eso es la tele, y a eso se dedica.
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