Versos libres en Guantánamo
El abogado estadounidense de un grupo de presos se dispone a publicar un libro con los poemas de detenidos en el penal militar
Quizá ésta vaya a ser la única forma de "oír" la voz de los prisioneros de Guantánamo. Con la publicación en agosto del libro Poemas desde Guantánamo: Hablan los Detenidos, que recoge las poesías que algunos de los presos fantasmas que Estados Unidos mantiene bajo llave en la base militar en la isla de Cuba han escrito a lo largo de su cautiverio. Redactados con pasta de dientes, grabados con las uñas en los vasos blancos de plásticos en los que se les sirve el agua, los pensamientos hechos poesía de algunos reclusos han sido recopilados por abogados y traductores y traducidos al inglés tras pasar el duro escrutinio del Departamento de Defensa.
Han conseguido escribir con cualquier y sobre cualquier material. En Guantánamo no hay ni tinta ni papel. Al menos para los reclusos. Ambos materiales son considerados una amenaza contra la seguridad de EE UU. Cuando los reclusos se pasan notas, los guardas las destruyen pensando que son mensajes codificados que podían llevar a un motín. Cada hoja de cada libro que se les presta para leer es revisada de vuelta en la biblioteca para comprobar que nada ha sido escrito, que no hay confabulaciones terroristas en las páginas de los libros de Harry Potter
"La poesía representa un riesgo especial", según las reglas del Pentágono
El responsable de que esta peculiar obra literaria vea la luz es Marc Falkoff, profesor de Derecho con un doctorado en Literatura y que representa a 17 presos de Yemen. Falkoff ha viajado hasta la isla en 10 ocasiones. Como editor del libro que publicará la Universidad de Iowa, Falkoff ha dedicado la obra a "sus amigos del otro lado del muro".
En 2005, dos presos enviaban un par de poemas a su abogado, que no era otro que Falkoff. Estaban escritos en árabe y los adjuntaron a cartas que podían enviar legalmente, aunque ésa no sea una operación fácil, ya que cada misiva es sellada y enviada a Washington para que sea examinada por los servicios de espionaje. En la actualidad, las cartas siguen allí, clasificadas, porque se las considera un riesgo potencial.
Falkoff mostró su enfado. Para él era obvio que esos poemas no eran nada más que arte, una forma de evadirse del duro silencio de una reclusión si fecha de caducidad. Contactó con otros abogados y descubrió que algunos de ellos tenían constancia de más cartas como estas. Cuando los letrados preguntaban en Washington qué pasaba con las cartas, obtenían una única respuesta: están embargadas. "La poesía representa un riesgo especial, y las normas del Departamento de Defensa no permiten la edición de ningún tipo de poesía en su versión original o en otras lenguas", decía una carta de los servicios de inteligencia enviada en junio de 2006.
Jumah al Dossari, de 33 años, ha perdido la razón. Está aislado desde 2003. Ha intentado matarse 12 veces desde que está en Guantánamo: desde asfixiarse con su sábana a cortarse las muñecas. Sin éxito. En una carta escrita en 2005 dijo: "Guantánamo sirve para destruir a la gente. Y a mí me han destrozado". En uno de sus poemas pide: "Tomad mi sangre/ Tomad mi sudario y/ Los restos de mi cuerpo/ Fotografiad mi cadáver en la tumba, sólo/ Enviadlo al mundo/ A los jueces y/ A la gente de conciencia".
Los poemas muestran enfado, desilusión. Locura. Como el preso que habla con el mar para decirle que es cómplice de su encarcelamiento. "Estoy encerrado en la prisión de esta isla y tú, el mar, eres colaborador de los captores que me guardan". Las 84 páginas que verán la luz en agosto tras haber pasado el filtro de la censura militar puede que sea la única voz de los que sobreviven en el gulag americano.
Humillado con grilletes
"América, cabalgas sobre las espaldas de huérfanos
y los aterrorizas a diario.
Bush, ten cuidado.
El mundo reconoce a un arrogante mentiroso.
Dirijo mi pena y mis lágrimas a Alá.
Estoy melancólico y oprimido.
Mahoma, no me olvides.
Apoya la causa de tu padre, un hombre temeroso de Dios".
Sami al Hajj
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