Españita
De acuerdo, España es muy pequeña, pero ¿tanto? Tengo para mí que los medios de comunicación contribuyen a achicarla. Hay semanas en las que Españita es ese pueblo en el que, a la manera que contaban los novelistas del diecinueve, todo el mundo se conoce y se celebra. Y esa celebración, ese estar en el meollo del cogollo, aparece hasta en la sopa. En un hipotético estudio que diera cuenta de los personajes que brillan en las crónicas sociales se concluiría que, salvo excepciones, siempre aparecen los mismos. Y la impresión inconsciente que dejan en el lector es que la Españita cultural se reduce a un grupo de amiguetes que tienen por norma nombrarse unos a otros, celebrarse, devolver el favor de haber sido ellos nombrados, dar cuenta de que estuvieron en tal sarao, de que se encontraron con sus colegas, de que luego comieron en el restaurante de Mengano, que también está en el rollo, y que en la mesa de al lado estaba Zutano, que saca novela y que cenaba con Merengano, que está de gira, y con Fulana (sin ánimo de ofender), actriz contra la ley del cine. La vida se reduce a ese comedor, la vida asegurada de un paisito que extrapola su férrea estructura familiar al Olimpo de los personajes célebres. No hacen falta leyes protectoras, nuestra red de relaciones e influencias ya inventó la cultura sin riesgo, un hallazgo que ni los franceses. Todo responde a una invención colectiva. Españita siempre tuvo el complejo de no avanzar porque sus esfuerzos, decían, son individualistas. Mi teoría es la contraria: somos los reyes del gregarismo. Pero no hay que ser retorcidos, no hay un plan trazado, es felizmente espontáneo. De la misma forma que lograremos hacer del individualista Woody Allen un personaje español, que sufrirá cuando una semana no aparezca en el periódico ("Soon Yi, ¿qué pasa que hoy no salgo?"), estos últimos días la prensa se ha convertido en una plaza de toros en la que casi sabemos el nombre de todos los que acudieron a ver a un torero del que todos hablan. Otra vez las dos Españitas: los a favor y los en contra. Y una tercera que piensa: "¿Podríamos cambiar un poquito de tema, por favor?".
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