Juicio a los herederos de Al Capone
Comienza la vista para esclarecer crímenes de la mafia de Chicago
Se acabó la serie de los Soprano. Pero los amantes de las intrigas mafiosas están de suerte, porque tienen ante sí una saga con protagonistas de carne y hueso de las que inspiran muchos guiones y novelas. Los miembros vivos de los Outfit, la familia que ha venido controlando la mafia de Chicago, están calentando ya el banquillo del que se dice es el mayor juicio en Estados Unidos contra este tipo de delincuencia.
Están encausados 14 cabecillas mafiosos, a los que se vincula, al menos, con una quincena de asesinatos
Es el último vestigio de la poderosa familia criminal descendiente de los Al Capone, y que popularmente se conocía como el Sindicato de Chicago. Se les acusa de numerosos crímenes que se remontan a hace más de tres décadas y que han sido llevados por Hollywood a la gran pantalla.
Los conocedores del morboso universo mafioso dicen que la investigación contra los Out-fit de Chicago representa el ataque más ambicioso contra la tradición familiar mafiosa desde el golpe al legendario Al Capone. La operación del FBI se bautizó como Secretos de Familia, y para apoyar su caso la fiscalía utiliza testimonios de informantes que integraron la empresa, que no dudan a su avanzada edad en arremeter contra las fechorías cometidas por sus hermanos de sangre.
La banda criminal se dedicaba a la extorsión, operaciones ilícitas de apuestas, hacía préstamos a individuos y negocios sujetos a suculentos tipos de interés de hasta el 520%, por no dejar de mencionar el recurso a la violencia y a la intimidación a la que sometían a los asociados a su esquema para que respetaran la disciplina. Y para obstruir el trabajo de la justicia, el clan mafioso amenazaba de muerte a potenciales testigos que pudieran largar sobre los intereses y objetivos de la empresa. Sus tentáculos llegaban a Nueva York, Detroit, Filadelfia y Las Vegas.
El proceso arrancó ayer en el Tribunal Federal Everett Dirksen en Chicago, con la selección del jurado y en medio de una gran expectación. El juicio podría durar cuatro meses y está llamado a convertirse en uno de los grandes seriales del verano. Al otro extremo de la sala se sentarán en el banquillo Joey Lombardo, conocido en el mundillo con el alias el Payaso, uno de los líderes del grupo. Lombardo, de 78 años, fue a prisión por limpiar el dinero generado por los casinos y por intentar sobornar a un senador en Nevada.
Junto a él aparecen los nombres de otros cuatro capos: James Marcello, su hermano Michael, y Frank Calabrese y su hermano Nicholas. En total, son 14 cabecillas de la popular empresa del crimen a la que se le atribuyen unos 15 asesinatos cometidos entre 1970 y 1986. Uno de los grandes momentos del juicio llegará cuando Nicholas Calabrese, convertido en informante, suba al estrado para declarar. Seis de los acusados ya se han declarado culpables para rebajar sus penas y otro no será juzgado por estar enfermo de cáncer.
Las fechorías de este poderoso clan se ramifican hasta el paraíso del juego. Entre los crímenes que quedan por resolver están los asesinatos de Tony Spilotro, el Hormiga, uno de los jefes del vicio en Las Vegas, y de su hermano Michael, que fue caracterizado en la película Casino por Joe Pesci. Tony estaba situado para ser uno de los líderes de Chicago Outfit. Sin embargo, los investigadores creen que la versión que hace Hollywood de su asesinato es equivocada y baraja otra teoría sobre la manera en la que ambos fueron ejecutados.
Otro de los potenciales testigos es Frank Cullotta, amigo de Tony Spilotro, que asegura que Joey Lombardo estaba al corriente de la suerte que esperaba a los dos hermanos. Cullotta cree que Lombardo tuvo que dar su visto bueno para el asesinato de Spilotro. El abogado del conocido mafioso dice que su cliente se apartó del clan hace muchos años y recuerda que ese asesinato se produjo cuando Spilotro estaba en la cárcel. "Hay que dejar que el jurado decida", insiste el letrado mientras en la calle vuelven a aflorar las conjeturas sobre la implicación de la mafia de Chicago en el asesinato de Robert Kennedy en el Ambassador Hotel.
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