Apertura libre

Sólo desde la arbitrariedad pueden imponerse normas que restrinjan la apertura de los establecimientos comerciales en días festivos. El argumento que se ha venido utilizando para establecer que, como máximo, los centros comerciales puedan abrir 12 domingos al año es que el pequeño comercio no tiene capacidad financiera ni laboral para despachar en domingo y, por tanto, la competencia avasalladora de las grandes cadenas implica su desaparición. Pero el argumento es discutible por principio y difícil de comprobar en la práctica. Si los centros comerciales son más competitivos que el pequeño comercio, tal circunstancia no debería compensarse mutilando su capacidad comercial, sino elevando la especialización o la capacidad competitiva por otros medios de las tiendas más pequeñas. Por el hecho de que un jugador de fútbol sea mejor que otro no se le debe sacar al campo con una bola de 20 kilos atada al tobillo.

Tampoco está demostrado que la apertura en domingo perjudique a las tiendas de barrio. No hay estudios concluyentes al respecto; de hecho, algunos apuntan que los comercios sobreviven cómodamente a la marea de las grandes superficies. Pero la razón fundamental es que los ciudadanos tienen derecho a comprar cuando les parezca más oportuno, salvo casos evidentes de legislación restrictiva bien argumentada. El consumo de alcohol entre los jóvenes sería uno de esos casos. Ningún cálculo político, ni siquiera la suposición de que las tiendas son un semillero de votos, puede prevalecer sobre esa libertad.

Es defendible, pues, la voluntad de Esperanza Aguirre de ampliar el número de domingos en el que pueden abrir los centros comerciales. Quizás es uno de los pocos puntos que cabe defender de su programa.