Ségolène suelta lastre
Tras su separación de Hollande, Royal trata de capitalizar el resultado del PS en las legislativas y forzar un adelanto del congreso
Un asunto del corazón eclipsó la noticia política. Durante la noche electoral del domingo, el buen resultado de los candidatos socialistas en la segunda vuelta de las legislativas francesas pasó inesperadamente a segundo término cuando la ex candidata a la presidencia Ségolène Royal anunció que se separaba de su pareja desde hace 30 años y padre de sus cuatro hijos, el primer secretario del Partido Socialista (PS), François Hollande. Y que además, aspiraba a reemplazarle en la dirección de la formación.
"Hemos decidido no seguir juntos. Escogí poner entre paréntesis durante la campaña electoral las dificultades por las que pasaba nuestra pareja. Ahora entramos en una nueva etapa. He propuesto a François que viva su vida por su lado y él lo ha aceptado. De hecho ya no compartimos el mismo domicilio", citaron varios medios franceses a Royal, en lo que parecían unas declaraciones desde la sede central socialista en la calle Solferino de París. Hollande reconocía también públicamente la ruptura que, dijo, "no tiene causas políticas" y tampoco tendrá "consecuencias políticas".
La mayoría de los aspirantes más cercanos a la ex candidata han conseguido escaño
Lo cierto, sin embargo, es que durante la noche electoral la ex candidata no realizó ni una referencia a su vida personal. Ante las críticas que ayer le llegaron de algunos sectores de la militancia, acusándola de querer acaparar el protagonismo justo cuando llegaban las buenas noticias, Royal aclaró lo sucedido. La noticia es cierta, pero las declaraciones fueron realizadas para ser difundidas mañana, en la presentación del libro escrito por dos periodistas de la agencia AFP Los secretos de una derrota, en el que Royal habla de sus "heridas íntimas" y desvela que su compañero mantenía una relación sentimental al margen de la pareja desde 2005. "Para quienes se han sorprendido de que yo hiciera esta declaración ayer , en la noche electoral, debo decir que no hice ninguna declaración y que lamento que se hayan utilizado de este modo".
Fuera o no deliberada la filtración del reconocimiento de que su relación con Hollande había terminado, un secreto a voces desde hace meses, y algo conocido por sus amigos y colaboradores desde hace más de un año, el momento escogido por Royal es significativo de cuáles son sus planes y cuál es el ritmo que quiere imponer a su carrera política. La dulce derrota que sufrieron el domingo las huestes socialistas, que han conseguido aumentar en más de un 25% su presencia en la Asamblea Nacional respecto a la legislatura anterior, no esconde los graves problemas que atraviesa la formación, que cuando acabe esta legislatura habrá pasado 17 años lejos de la máxima autoridad del Estado.
Sólo a la contra -y gracias a la sorprendente ayuda del Gobierno conservador, que anunció la subida del Impuesto sobre el Valor Añadido en plena campaña- han conseguido los socialistas salvar la cara. Pero en estos comicios la formación centenaria ha mostrado todas sus debilidades y las profundas fisuras ideológicas que la cruzan. La tentación, ahora, es aprovechar el respiro y ganar tiempo hasta las municipales de la primavera de 2008 que, con toda seguridad, serán favorables para los intereses socialistas. El congreso ordinario, de hecho, está convocado para octubre de 2008 y Hollande ha anunciado que abandonará entonces la dirección del PS.
Los que fueron sus rivales en las primarias, el ex primer ministro Laurent Fabius y el ex titular de Economía Dominique Strauss-Khan -cuyas discrepancias con Royal y cuyas ambiciones no esconden- son partidarios de mantener el calendario. Pero Royal quiere hacerse ahora con la dirección del partido; quiere aprovechar su liderazgo entre las bases, que todos los sondeos ratifican. Un congreso extraordinario le daría el poder, sin duda. Si espera hasta 2008 su popularidad podría irse desvaneciendo. Necesita adelantarlo y tiene poco tiempo para actuar antes de que se abra la caja de las municipales. De hecho, algunos sondeos señalan que está perdiendo popularidad entre la militancia. Un muestro de BVA el domingo por la noche la situaba como la favorita del 44% de los socialistas, cinco puntos menos que hace dos semanas. DSK figuraba en segunda posición con un 29%.
Quien tiene la llave de esta decisión no es otro que Hollande que, paradójicamente, podría convertirse en su gran aliado, entre otras razones, para cerrarles el paso a Fabius y, especialmente, a Strauss-Khan. Hollande anunciaba ayer que quiere renovar la izquierda. Sobre las ambiciones de su ex compañera, el actual primer secretario se limitó a constatar que es una persona "popular" pero que él apoyará al más válido para sucederle. La batalla por su sucesión, señaló, "no está abierta". El próximo congreso "verá un proceso de renovación".
En términos de cuotas de poder, las elecciones del domingo han dejado la situación tal como estaba. DSK, Fabius y los suyos han pasado holgadamente. También Hollande. Y también la gente más cercana a Royal, como Jean Marc Ayrault, Arnaud Montebourg o Jean-Louis Bianco.
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