¡Pero qué malos somos!
Durante tres años han asegurado que ETA estaba detrás de los atentados del 11-M. Ahora, en el juicio reconocen que no es verdad, que no hay ninguna prueba de que así sea. Y se quejan al mismo tiempo de que durante la instrucción se les ha querido poner el burka de la uniformidad intelectual, es decir, de no investigar, y de los esfuerzos del juez Del Olmo en seguir todas las pistas relacionadas con la banda, o sea, de investigar hasta la extenuación la hipotética presencia de los etarras.
Son graciosos estos teóricos de la conspiración: no se acuerdan de nada y la culpa de lo que hacen la tenemos los demás.
¿Recuerdan el ácido bórico? Durante un mes estuvieron machacando con que ese producto utilizado como matacucarachas por Hassan el Haski, uno de los supuestos autores intelectuales del 11-M, era un vínculo claro de que ETA estaba en la trastienda de la masacre porque cuatro años antes en un piso alquilado por un comando etarra en Salamanca había aparecido una pequeña cantidad de esa sustancia "llena de pelos". Luego ya se ha visto que ni ha aparecido ácido bórico en ninguno de los análisis de los explosivos del 11-M, ni esa sustancia era vínculo de nada. De todas formas, el asunto todavía colea por los juzgados de Madrid.
Los de la conspiración afirman ahora que nunca han dicho que ETA estuviera detrás del 11-M
¿Recuerdan el caso de Óscar Pérez? Ya imagino que no. Resulta que de entre el tráfico de llamadas de los yihadistas, la policía descubrió que el 6 de marzo de 2004, es decir, cinco días antes de los atentados de los trenes, una persona había utilizado con su propia tarjeta, el teléfono móvil que usaba el jefe operativo de la célula islamista, Jamal Ahmidan, El Chino. El dato preocupó a los investigadores y buscaron toda la información del titular de la tarjeta telefónica.
Lo curioso, si no fuera indignante, es que los conspirativos preguntaron en el juicio por el autor de la llamada, dando por supuesto que se trataba de Óscar Pérez, un individuo supuestamente vinculado a la organización terrorista ETA y que fue condenado hace tiempo por quemar un autobús en Basauri. Lo indignante es que el letrado que formulaba la pregunta ya sabía que el autor de la llamada no era un etarra, sino Óscar García Pérez, un perito de una aseguradora catalana que reside habitualmente en Barcelona. El joven, que no tiene nada que ver con ETA, estaba de viaje en Madrid y había pedido prestado un móvil porque el suyo se le había caído al suelo y se le había roto. El Chino accedió, pero cambiando la tarjeta para que al marroquí no le supusiera ningún coste.
¿Recuerdan el segurtasun tenporizadorea? Los letrados conspirativos preguntaban insistentemente a los testigos en el juicio por un supuesto segurtasun tenporizadorea (ST), o sea el temporizador de seguridad que utiliza ETA para activar explosivos. Esos letrados pretendían colar al tribunal, y de paso a toda la ciudadanía, que ese componente de las bombas de ETA había aparecido en una de las viviendas de los yihadistas. Pero lo que realmente apareció no fue un ST, sino un programador de lavadoras STA MEC 24h, un repuesto fabricado por la empresa REMLE y que es de libre acceso en el mercado.
¿Recuerdan el latazo del Titadyn? Pruebas y pruebas buscando desesperadamente la presencia de Titadyn para poder vincular a ETA con los atentados. No les bastaba con los peritos oficiales, sobre los que desplegaron todo tipo de sospechas de actuar siguiendo el dictado de sus jefes tratando de respaldar la "verdad oficial", por lo que dispusieron de cuatro peritos propuestos por ellos para rebuscar entre las muestras. Y tuvieron que concluir que todo el explosivo intacto encontrado en todos los escenarios del 11-M era Goma 2 Eco. Las fajas de los cartuchos encontradas en el piso de Leganés donde se suicidaron siete de los miembros de la célula yihadista acreditaron que procedía de Mina Conchita. Respecto a los focos de las explosiones en los trenes, los peritos dictaminaron que lo que estalló era dinamita, aunque no se le podía poner nombre comercial. Y eso que todos admitieron que en 22 de los 23 focos, apareció ftalato de dibutilo, un componente exclusivo de la Goma 2 Eco.
Pues bien, todavía alguno de los peritos de parte, que se gana la vida como cristalero y que reconoció en el juicio que en toda su vida nunca había analizado explosivos, peregrina por las televisiones asegurando que en uno de los focos de El Pozo, estalló Titadyn. Y eso que los peritos de la Guardia Civil, los únicos que habían analizado previamente Titadyn, ya le explicaron que no es lo mismo explosivo intacto que ya estallado y que en este último, el resultado es bien diferente al que obtuvieron, porque desaparecen los elementos volátiles, como el nitroglicol. Pues nada, a piñón fijo.
El caso es que ahora afirman que nunca han dicho que ETA estuviera detrás de los atentados. No sé si siguen al pie de la letra las enseñanzas de John Kenneth Galbraith cuando decía que "para manipular eficazmente a la gente, es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula" o que les ha entrado una amnesia galopante que les va a llevar de cabeza al diván del psicoanalista.
En todo caso, la culpa la tenemos los demás: ¡Qué malos somos!
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