Elogio a la "generación generosa"
No hay momento más importante para la generación de españoles que frisamos la treintena que el periodo comprendido entre el 20 de noviembre de 1975 al 28 de octubre de 1982. La transición nos llevó a cambiar nuestro régimen político y nuestro modelo social; propuso nuevas bases para las estructuras económico-financieras y allanó el ingreso de España en instituciones supranacionales presentando su candidatura a país moderno.
A nadie se le oculta, además, que este proceso se ha convertido en ejemplo de cambio social y espejo de virtudes políticas. No han sido pocas las ocasiones en las que se ha alabado la postura de los diferentes partidos, en las que se ha felicitado a las instituciones o al Rey y en las que se ha celebrado el consenso. Nada más justo si no hubiéramos olvidado a los auténticos protagonistas de este proceso.
Fue la generación que ahora camina hacia la jubilación la que propició el cambio de régimen tras la muerte del dictador. Fue esa generación (y no la clase política) quien pasó página y olvidó afrentas e injusticias vividas en carne propia. Fue la que sufrió un vetusto modelo de familia que los relegaba como hijos y uno nuevo que insistía en sus obligaciones como padres. Fue la que con su enorme trabajo diario llevó a España a un nivel de bienestar que nos colocó a la altura del resto de países de Europa y ahora todos disfrutamos. Fue la que desde la cocina del hogar abrió las puertas del mundo a sus vástagos. Fue, en fin, la generación que propició el cambio, sufriendo cada inconveniente pero sin disfrutar de lleno las mejoras más que a través de sus hijos.
A esos españoles que tomaron el timón, que se la aguantaron, a esa "generación generosa", clave del éxito de la transición, a mis padres..., gracias.
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