Las chicas del velo y la mujer de negro
Las chicas del velo tienen 17 años, son españolas, estudian primero de bachiller en un instituto de Madrid y se sientan, para asistir a la sesión del juicio, en el ala izquierda de la sala, al lado de una ventana. Minutos después, como siempre de negro, entra Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo. Se sienta al lado de las chicas. Se llaman Shifa Rostom, con el velo blanco, y Sara El-Bakali, con el velo de lunares negros.
Ambas, y los demás compañeros del instituto que han venido de visita al juicio, escuchan muy atentamente a la fiscal Olga Sánchez, que relata quiénes, a su juicio, organizaron, montaron y ejecutaron el atentado terrorista del 11-M.
A mediodía, más o menos, la fiscal suspira, mira hacia el techo y pide un descanso: lleva horas hablando sin parar y sin beber agua siquiera. El juez, Javier Gómez Bermúdez, se lo otorga. Se levanta la sesión durante media hora.
Las chicas del velo y sus compañeros aprovechan para recorrer las dependencias del edificio de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo. Es entonces cuando dan su opinión sobre el juicio: "Yo lo sigo bastante por televisión", dice Sara El-Bakali. "Y lo sigo porque me interesa mucho saber lo que pasó".
La chica sonríe siempre, pero tiene muy claro su postura: "Me interesa también como musulmana. Y ahí quiero decir que los terroristas no son verdaderos islamistas. Si de verdad los acusados lo hicieron, no pueden haberlo hecho en nombre del islam porque el islam no es eso, no es terrorismo. Por eso me enfada tanto que a veces en la televisión o en los periódicos se diga terrorismo islamista", añade.
Su amiga Shifa, la del velo blanco, asiente. Y también sonríe.
Ambas añaden que la exposición de la fiscal "parece un cuento" debido a que va relatando toda la historia del atentado, desde su organización hasta sus consecuencias, con personajes con nombres y apellidos.
Las chicas añaden que hay encarcelados que han sido detenidos "con pocas pruebas" y confían "en que al final se sabrá la verdad". A su lado, una tercera amiga, sin velo, no musulmana, dice que está de acuerdo.
Se acaba la media hora, y todos entran en la sala. Las chicas del velo se sientan donde antes. También Pilar Manjón.
Al final de su alocución, la fiscal Olga Sánchez recuerda el nombre de algunas de las víctimas, asegura que toda su investigación es para ellas, para los familiares que se quedaron sin un ser querido esa mañana del 11 de marzo de 2004. Y nombra, ya con la sombra de una lágrima temblándole en los ojos, entre otros muchos apellidos de muertos y de hermanos y padres y madres de muertos, al hijo fallecido de Pilar Manjón.
Y Pilar Manjón, al lado de la chica musulmana del velo de lunares, la mujer siempre de negro que se prometió los primeros días del juicio no emocionarse delante "de los asesinos", rompe a llorar después de escuchar el nombre de su hijo de labios de una fiscal que también está a punto de llorar.
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