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Columna
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La retregua endémica

Dicen que ha habido más, pero son tecnicismos. En la memoria colectiva quedan básicamente tres treguas. La que nos declaró ETA en 1989, como quien declara la guerra, cuando lo de Argel; la de 1998, cuando Lizarra, que llamó "tregua indefinida" haciendo el chistecillo del canalla; y la que nos ha terminado ahora, que le dijo "alto el fuego permanente" para tomarnos el pelo. Entre la primera y la segunda pasaron nueve años. Del fin de la tregua de Lizarra al comienzo de la última unos siete. Siguiendo la serie, y puesto que se van abreviando los espacios intertreguales, ha de suponerse que la siguiente toca en cinco años, 2012 por tanto. Para entonces volveremos a oír que el pueblo vasco desea la paz, como si fuese novedad y culpa nuestra que los asesinos maten.

Acto seguido el Gobierno vasco asegurará que la violencia está muy mal y nos recodará que hay un conflicto no resuelto
Puesto que se van abreviando los espacios intertreguales, ha de suponerse que la siguiente toca en 2012

Se dirá también que hay un problema vasco no resuelto, cuestión que debe tratarse al margen del terrorismo, pero que cuando se arregle aquél se resolverá éste. Ya hacia 2010, la proclama general será, los prolegómenos, que el diálogo y la negociación son el único camino, y Arnaldo, salido de la cárcel para la ocasión, nos asegurará que no valen ya las viejas recetas del pasado. También escucharemos -retumbarán las televisiones- que tenemos ante nosotros una maravillosa oportunidad para la paz y que los vascos amamos la paz y no consentiremos que nos la quiten, y que ojalá llegue el derecho a decidir, pues tal es la panacea.

Y un buen día saldrán en un vídeo tres encapuchados con txapela y sin cerebro, vestidos de monigotes -hay cosas que no tienen cura- y nos declararán la tregua, como quien declara la guerra, perdonándonos la vida y nos dirán que así están construyendo Euskal Herria, y que esta vez les tendremos que hacer caso, que si no, caña. Y ahí está el problema: las palabras se gastan y lo de tregua indefinida y permanente ya no cuela. ¿Cómo denominarla sin que salte la carcajada general? No es cuestión nimia, pues el ridículo constituye obstáculo imposible de salvar en los procesos de liberar naciones oprimidas.

Como a esta gente no le da el magín para gestar conceptos imaginativos, parece conveniente arrimar el hombro en la construcción del déjà vu indefinido y permanente en que se ha convertido el tránsito vasco por la historia. Ya que vamos a seguir en la estupidez convendría algún rigor para describir el surrealismo terrorista. Lo de tregua está ya muy visto, por lo que mejor le llaman "cese temporal de ajusticiamientos", "paréntesis de lucha armada" (describe bien que la paz treguada tiene comienzo y final, como el paréntesis), "interrupción transitoria" (o tiros interruptus), "pausa". O que nos digan que se van de "vacaciones esporádicas", o que nos dan "licencia" para vivir tranquilos (o sólo un poco intranquilos, no nos enviciemos) otros 14 meses. O, sin más, que nos declaran la "retregua", recordando que todo en la vida vasca es una repetición, y que lo que vayamos a vivir lo hemos vivido ya.

Lo que está fatal es el calificativo. Ya hemos tenido indefinida y permanente. ¿La de 2012 qué?, ¿puede ser "tregua intermitente"? Le veo al nombre la ventaja de que así podrían asesinar cuando les viniera en gana, poner bombas, extorsionar y demás tareas de liberación nacional sin dejar la tregua, intermitente por esencia, como todas las treguas que de ETA han sido. Así, los esforzados Arnaldo y Pernando no tendrían que desgañitarse para que los suyos reflexionasen sobre la belleza intrínseca de ETA y su capacidad de matar cuando quiera, aun estando de alto el fuego permanente. Intermitente, pues, es otra cosa.

Sin embargo, conviene levantar la moral a la tropa y buscar un calificativo fuerte y convincente: "tregua inmutable", "tregua estática", "tregua indeterminada", "tregua perenne", "tregua indestructible". Hasta propondría el término "tregua indeleble", que le da un toque filosófico, si no fuera porque suena a cultismo y a la peña batasúnica se le fundirían las entendederas. Como además, a la vista está, lo importante no es que las palabras se correspondan con alguna realidad -la única realidad real está en la mente demente de ETA- habría que tirar por elevación y llamarla "tregua eterna", "tregua perpetua", "tregua inmortal", "tregua imperecedera", Aunque a mí, tras desechar por precisos los términos tregua "vaga", "confusa", "tregua bufa", "ambigua", me gustará sobremanera que nos declaren el "alto el fuego endémico", que le da un toque científico y sugiere que lo de vivir la vida atreguados se asemeja a una enfermedad. "Retregua endémica", por tanto: tomen nota para dentro de cinco años.

Cuando 14 meses después nos vuelvan a atentar contra las personas y la democracia, les oiremos que todo es para acabar con la represión fascista, que seguirán hasta construir Euskal Herria, así como que la culpa es de todos los demás, pues no se les bajan los pantalones. Acto seguido el Gobierno vasco les asegurará solemnemente que la violencia está muy mal y que el pueblo vasco desea más que nunca la paz, y nos recordará que existe un conflicto no resuelto y que hay que continuar el proceso. Y sin perder un segundo -pues será lo más importante tras terminar la retregua endémica-, encargará una encuesta telefónica para que el 95 % de los telefoneados diga que está por el diálogo y la negociación.

Como las cosas van cada vez más rápido, la siguiente fase interretregual durará unos 2 ó 3 años. Y después, hacia 2018, ETA anunciará que ha llegado ya a la tregua total y sempiterna y que en adelante viviremos siempre de tregua, si bien, lógicamente, extorsionará, asesinará, pondrá bombas y demás tareas de liberación nacional cuando tenga a bien, pues está en el ser del asesino serlo.

Arnaldo declarará, entonces, que no valen ya las viejas recetas del pasado, el Gobierno vasco apostará por el diálogo y la negociación, y asegurarán que el pueblo vasco desea más que nunca la paz y que por eso no es posible volver al pasado.

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