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Columna
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Escenarios frente a incertidumbres

Unos de los múltiples avances de la economía consiste en disponer de mecanismos que nos permitan ser capaces de predecir los acontecimientos y reducir las incertidumbres. No hay peor cuestión en los programas económicos que aquellas notas llenas de dudas e improvisaciones. Son mucho más peligrosas dichas consideraciones que aquellas otras que generan múltiples puntos de equilibrio o incluso que terceras hipótesis que buscaban el second best o la alternativa menos mala. Estas reflexiones iniciales son relevantes porque la economía europea (y la española o la de cualquier región o ciudad) requiere de dinámicas de actualización permanente de sus programas y que en ellos se incluyan capítulos que describan los escenarios futuros con altas dosis de realismo, factibles de conseguir y fáciles de gestionar.

Hasta hace poco tiempo era reducido el grupo de economistas que trabajaba en el campo de la prospectiva, esto es, en imaginar cómo podría diseñarse el futuro. Guillermo de la Dehesa fue un pionero con su obra España 1999, publicado a comienzos de la década de los 90. Se apostaba en aquella época por la constitución de grupos interdisciplinares que garantizaban la comprensión de las múltiples facetas de la sociedad, de las consideraciones económicas, de la biodiversidad, de la innovación, entre otros temas. Se llegaron a diseñar modelos de interpretación que, en algunos casos, han servido (años más tarde) para subrayar grandes tendencias y aplicar instrumentos para alentar o atenuar dinámicas. Incluso los presidentes de gobiernos de países ricos apostaban por ello de igual forma que otras fundaciones internacionales; y prueba de dicha apuesta, son determinados informes de alta reputación referidos al futuro energético, a la sostenibilidad de recursos naturales o recientemente sobre el cambio climático.

Hoy, las reclamaciones más urgentes para los gestores públicos y privados consisten en poseer de manera esquemática unas líneas de trabajo que reflejen una matriz de objetivos y un conjunto de acciones para cumplirlos. Este sencillo examen, muy utilizado por los ayuntamientos, gobiernos regionales y estados miembros de la UE, choca con la complejidad y con el dinamismo de la sociedad, así como por las intensas interrelaciones derivadas de las dimensiones políticas y de los propios niveles de decisión. Europea necesita dar un paso adelante. Después de las valientes decisiones emprendidas por Jacques Delors, sucumbimos en una Comisión Europea que no solamente era muy triste, sino ampliamente mejorable y que, además, transmitió elevadas dosis de incertidumbre. De ahí que en la actualidad se hable de nuevos escenarios, como factor de posibilidades, y de proyectos.

Por Galicia han pasado recientemente tres expertos para hablar de escenarios. Nuestro paisano José Manuel González-Páramo, miembro del directorio del Banco Central Europeo, que nos invitó a repasar los acontecimientos económicos bajo una nueva perspectiva: la correspondiente a la delimitación de escenarios coherentes, consistentes y competitivos. Nuestro amigo, José Viñals, subgobernador del Banco de España, que enfatizó sobre las claves de las políticas económicas para lograr crecimientos económicos, de cohesión social y de sostenibilidad de manera duradera y sin sobresaltos. Y recientemente, Beltéze, del servicio de estudios del Crédit Agricole, que resaltaba ciertas paradojas en los supuestos de no apostar por escenarios bien definidos.

Si trasladamos estas opiniones al momento actual es para insistir en la necesidad de definir las acciones que se deben llevar a cabo en los próximos ayuntamientos. Una vez pasadas las elecciones y habiéndose producido importantes y relevantes cambios en los equipos de gobierno, lo lógico será que también se renueven y actualicen sus políticas de acuerdo con los nuevos escenarios y proyectos. Plantear escenarios significa eliminar improvisaciones y sobre todo no equivocarse en las prioridades. Esto último sí que es trascendental porque lo que se pretende con las políticas es generar grandes oportunidades; a través de la puesta en marcha de planes estratégicos que definan con claridad aquellos instrumentos que permitan incrementar la competitividad y que nos faciliten mayores capacidades de decisión. Y ello se consigue diseñando con exactitud los ejes de futuro. No perdamos, pues, el rumbo y acertemos en la definición correcta de los escenarios de futuro.

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