Profesores, funcionarios y número real de 'clientes'

La bajada de alumnos contrasta con la rigidez de gran parte de los gastos que las universidades realizan cada mes. Un ejemplo fácil es el de un profesor que cobra lo mismo por dar una clase a 120 clientes que por tener un auditorio de 50. De hecho, señala un dirigente universitario curtido en hacer números, cada vez cuesta más. Los docentes acumulan antigüedad, reconocimiento a sus investigaciones y ganan cátedras. Lo que eleva progresivamente su salario.

En las universidades conviven distintas categorías de profesores. La frontera más decisiva es la que separa a los Cuerpos Docentes Universitarios, que en España tienen la consideración de funcionarios, de los que no lo son. En esta última hay, a su vez, multitud de figuras. Al menos seis de ellas son previas a la aprobación de la Ley Orgánica de Universidades (LOU) y otras nueve posteriores a la norma que acaba de ser reformada.

Dentro de los funcionarios existen cuatro grandes grupos: los catedráticos y titulares de Escuela Universitaria -dos figuras en vías de extinción- y los titulares y catedráticos de universidad. El coste de unos y otros es diferente, tanto por su salario como por las horas de dedicación que deben prestar -es decir, por su rentabilidad-.

Diferencias entre campus

Cada universidad, además, es un mundo. Resulta fácil imaginar que las más antiguas cuentan con una plantilla más consolidada y por tanto más cara. La Universitat de València tiene un cuerpo docente acorde con sus 500 años de historia. En el año 2006, el 71,9% de sus 3.252 profesores eran funcionarios. La mayoría (en torno al 42%) titulares de universidad. Es, asimismo, la que cuenta con un mayor porcentaje de catedráticos, el 10% del total.

La Politécnica, que cumple en 2007 cuatro décadas, tiene un 61,4% de funcionarios. Casi la mitad de ellos son Titulares de Escuela, pero con la reforma de la LOU engrosarán progresivamente el porcentaje de Titulares de Universidad.

En la de Alicante, fundada oficialmente en 1979, los porcentajes están casi parejos. El año pasado los funcionarios alcanzaban el 48,5%. La Jaume I de Castellón -creada en 1991-, tenía (siempre en 2006) un 43,8% de plantilla de cuerpos docentes. La más joven, la Miguel Hernández de Elche, nacida hace una década, bordea el mínimo de funcionarios a los que obliga la ley: un 31,6% del total.

La complejidad no acaba en los docentes. El modelo de financiación actual se basa en los estudiantes. Pero ¿quién los cuenta? El plan plurianual de financiación, al contrario que las universidades, no atiende al número de individuos matriculados. Para el modelo, un alumno son 65 créditos por curso. Por eso, la Universitat tenía el curso pasado 45.404 estudiantes reales y 41.635 para el plan de financiación.