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Inés París lamenta que sólo hay un 20% de mujeres cineastas

La directora presenta su 'Miguel y William' en Peñíscola y una novela de Lola Millás

La presentación del libro Me gustaba ponerme su bata, de Lola Millás, y de la película Miguel y William, de Inés París, reunió ayer en Peñíscola a dos mujeres creadoras, que reivindicaron la voz femenina en el arte a través de una obra literaria sobre el conformismo en la sociedad y un filme que contrapone la tragedia y la comedia a partir del encuentro entre Cervantes y Shakespeare. París lamentó que sólo haya un 20% de mujeres cineastas.

Lola Millás e Inés París se conocieron hace poco. Cuando ambas descubrieron que compartían su preocupación por la escasez de mujeres cineastas en el cine español, "menos de un 20 % de los profesionales", en cifras de la propia París.

Hicieron tan buenas migas que la escritora valenciana eligió a la directora y guionista, también de origen valenciano, para presentar, en el Festival de Peñíscola, su novela Me gustaba ponerme su bata. Se trata de una obra sobre "una mujer atrapada por las convenciones del mundo actual que renuncia a sus principios", según la definición de Inés París.

Lola Millás describe en su obra, que llegará dentro de unos días a las librerías de toda España, las dificultades para "despertar de ese sueño en el que nos hemos adormecido cuando nada nos falta, la huida de la rutina que aceptamos como normal y que sirve como tapadera para nuestras carencias".

Si en Me gustaba ponerme su bata la protagonista es una mujer, en Miguel y William, la película que entró en competición ayer en la sección oficial y que ya se ha estrenado en España, los motores de la acción son Cervantes y Shakespeare.

A partir del ficticio encuentro entre los dos grandes genios de la literatura barroca, Inés París construye un filme "con varios niveles de lectura", según reconoció su directora y guionista. Desde el registro culto, que copia la estructura teatral de las comedias del Siglo de Oro y salpica de citas biográficas y literarias su desarrollo, hasta el más comercial, en el que la comedia de enredo se funde con temas tan universales en el cine como la ambición, la solidaridad o el eterno contraste entre lo trágico y lo cómico.

Una película brillante y arriesgada, a la que quizás le sobran concesiones a la taquilla, que Inés París planteó como "un viaje de ciencia-ficción hacia el pasado", dada la imposibilidad de describir una época poco documentada y una relación tan improbable como maravillosa si hubiera sido cierta. Cine de verdad que reivindica, desde la perspectiva de una mujer "la creación como forma de disfrutar en un mundo hostil".

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