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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Catarsis socialista

Menos de una semana después de que el candidato socialista a la alcaldía de Madrid, Miguel Sebastián, informara sobre su retirada de la vida política,

Rafael Simancas anunció ayer que dejaba la Secretaría General del Partido Socialista de Madrid (PSM). La razón no es otra que el enorme varapalo que sufrieron los socialistas en las elecciones autonómicas y municipales del pasado 27 de mayo. Aun cuando las decisiones de ambos han sido presentadas como dimisiones voluntarias, también han influido las presiones y la oposición sufrida dentro del propio aparato regional. La crisis del socialismo en Madrid ha tocado fondo.

Simancas es un político joven, pero, paradójicamente, sus siete años al frente del PSM le han convertido en un líder vinculado al pasado, con todos los elementos contaminantes de un "político del aparato". Además, sobre él había recaído la etiqueta de perdedor derivada de sus dos derrotas consecutivas, ahora y en 2003, tras la repetición de los comicios autonómicos a raíz del transfuguismo de dos diputados de su formación: el famoso tamayazo. Quizá entonces tenía que haber renunciado a la Secretaría General. De aquellos polvos vienen ahora estos lodos que no serán tan fáciles de limpiar. Por ahora, el PSM será gobernado por una gestora hasta la celebración de un congreso extraordinario que no debería demorarse. Como ahora se comprueba, fue absurdo el anuncio el día después de los comicios de que su salida se aplazaría un año. Hubiese sido prolongar la agonía de Simancas.

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La crisis de los socialistas madrileños no debe leerse como la simple caída de dos candidatos. El PSOE tiene un gravísimo problema de liderazgo tanto en la comunidad como en el Ayuntamiento, donde no gobierna desde hace muchos años. Pero no sólo. La derrota en Madrid debería obligar a Zapatero a reflexionar sobre las nefastas consecuencias que supone improvisar el nombre de un candidato desconocido para el ciudadano, como fue Sebastián. Y también para juzgar la responsabilidad que el secretario de organización del partido, José Blanco, ha tenido a la hora de supervisar la confección de las listas electorales. Pese a todo, el gran reto de Zapatero y su partido es sacar a sus militantes y votantes de la sensación de desconcierto que padecen desde el 27-M.

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