"Nadie usa el plano del metro como un callejero"
Dos millones de nuevos croquis de bolsillo del suburbano se reparten desde ayer por las estaciones de la red
Cuando el diseñador Rafa Sañudo (Nueva York, 1965) surgió con la idea revolucionaria de descartar las líneas diagonales características del plano de metro actual para crear uno nuevo, sabía que el asunto iba a levantar ampollas, pero quizá no tantas. Se ha dicho que su plano es ilegible por no tener casi referencias geográficas, que no es más que una pirueta estética porque se salta el abecé de la cartografía. Sañudo es un experto diseñador que ha concebido portadas de discos importantes (de Alejandro Sanz o Marlango) y dirigido videos, como el de Esperanza Aguirre en la reciente campaña electoral. Además, ha realizado storyboards para Fargo, la película de los hermanos Coen (1996), y dibujado cientos de viñetas para La Razón.
"El mapa antiguo funciona si la red es pequeña. Al crecer, es una tela de araña"
"Ha habido quejas pero también elogios, como la mayor claridad de los transbordos"
Al cabo de las discusiones tras la primera publicación del plano, "un boceto inacabado", Sañudo aparece cansado en su estudio, RaRo, pero con ganas de rebatir las críticas, aclarar dudas y defender su creación. El ya popular diseño de líneas en ángulos de 90 grados (que ha costado 95.000 euros) se despliega como un hermoso circuito eléctrico. Desde ayer, dos millones de ejemplares del nuevo mapa se reparten por todas las estaciones de la red.
Pregunta. ¿Cómo se planteó el reto de cambiar algo tan arraigado en Madrid?
Respuesta. Partí de Harry Beck y su plano del metro de Londres de 1931. Cuando ya tuvimos una línea elegida, trabajé con dos colaboradores, Ray Díaz y Carlos Velasco. No teníamos experiencia en planos pero yo y Carlos llevamos en esto 15 años.
P. ¿Buscaron el asesoramiento de expertos en planos?
R. Pedimos ayuda al Consorcio pero la primera experiencia fue nefasta. Recibimos un primer informe despectivo. Afortunadamente, otra gente dentro de Metro nos ha ayudado mucho.
P. ¿Con qué ánimo encararon el encargo? El plano de Metro actual era bien aceptado.
R. Nos hizo mucha ilusión. Hay pocos encargos de diseño tan puros. La señalética de una ciudad cambia siempre y creo que después de 30 años darle un repaso a un mapa no es un escándalo. Es normal. El metro ha crecido a lo bestia y había motivos.
P. ¿Qué había que cambiar?
R. Creo que el mapa antiguo funciona muy bien cuando la red es pequeña. Sin embargo, cuando la red estalla con una aglomeración de estaciones, se produce un efecto de tela de araña y es difícil ver los nombres en el centro. Pero era un mapa útil, bien hecho y muy depurado tras tantos años.
P. ¿Ya no era mejorable?
R. Un mapa se puede mejorar ad infinítum. Puedes seguir retocando pero optamos por hacer un cambio más radical, en homenaje a Beck. Él se impuso varias limitaciones como la de usar sólo tres tipos de líneas; nosotros hemos llevado su modelo más allá eliminando las diagonales.
P. ¿Cuánto hay de búsqueda estética en este mapa?
R. No buscamos el diseño por el diseño. Es un error salvaje, algo que no debe de plantearse. El diseño gráfico es un arte aplicado. Hacer algo por ser original es un punto de partida erróneo. Las cosas se hacen por su utilidad y más en un plano de metro..
P. ¿Han probado el plano con los usuarios?
R. He hecho una prueba con la gente que conozco. En una entrevista previa en EL PAÍS puse un ejemplo, el de mi suegra y sus alumnas de bridge que lo entendieron bien. Pues se ha sacado punta a ello y después de tres meses y pico de trabajo parece que nos lo hemos jugado todo a una partida de cartas... Y no es así, obviamente.
P. Por cierto, ¿usa el metro?
R. Mucho, desde pequeño.
P. Viendo su plano, cuando se sale del metro en Ibiza, no tiene ni idea de dónde está.
R. Nadie usa el mapa esquemático del metro como un callejero, y el que quiere saber más, según se baja del vagón tiene un plano detallado y en la calle hay otro. Si Metro se molesta en poner callejeros, será, imagino, porque saben que el mapa esquemático no es para ese uso.
P. Con su mapa, ¿cómo se va de Moncloa a Legazpi?
R. Pues con la línea 6.
P. Con la 6 parece más fácil en su plano, pero se tardan 6 minutos más que yendo por la 3. ¿La falta de diagonales juega contra la legibilidad?
R. No. La gente estudia sus trayectos y lo que más conviene. Ha habido quejas pero también elogios, como la mayor claridad de los transbordos. El primer mapa que salió era un boceto. Es como si alguien entra en tu cocina y prueba tu tortilla en la sartén. Pero no hay mal que por bien no venga: nos ha dolido pero incorporamos sugerencias.
P. Uno de los mapas del metro de Nueva York, el de Vignelli, eliminaba también las diagonales y fue calificado de bellísimo, pero los usuarios lo rechazaron.
R. Puede ocurrir. Al final es la gente la que verá si funciona o no. La reacción inicial es lógica. La gente rechaza los cambios. Tiene que pasar el tiempo. Si se ve que es inviable imagino que Metro se plantearía retirarlo. Espero que no, pero no lo sé.
P. ¿Una referencia geográfica clara hubiera calmado a todos?
R. Respetamos de una manera más o menos flexible el eje norte-sur. En un tamaño de bolsillo hay que meter mucha información de manera armoniosa y legible. Con un mapa grande, se podría respetar la geografía.
Consulte el nuevo mapa en elpais.com
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