Los empresarios y el Gobierno catalán hacen las paces y brindan por la estabilidad
Montilla se desmarca de las "incertidumbres" pasadas y Lara ensalza el regreso del "oasis"
Los empresarios catalanes y el Gobierno de la izquierda parecen haber sellado la paz, según se escenificó ayer en la reunión del Círculo de Economía en Sitges. Los primeros reconocen al Ejecutivo de José Montilla haber traído mayor estabilidad política. El propio presidente se encargó de recordárselo al desmarcarse de la "incertidumbre" y "crispación" de hace un año, cuando el presidente era Pasqual Maragall. Pero, según Montilla, los empresarios también han "rectificado", al abandonar su actitud de "pasividad cómoda" ante necesidades estratégicas para Cataluña como la defensa de El Prat.
Mariano Rajoy consiguió relajar al personal la noche del jueves con su discurso amable y cercano a las sensibilidades del empresariado catalán, con pilares como la mejora de infraestructuras y las rebajas fiscales. "El año pasado pareció que Rajoy vino a reñirnos y ahora nos tiende la mano", resumió ayer en una pausa de café Josep Maria Pujol, patrón de Ficosa, quien añadió: "Claro que nosotros también estábamos más nerviosos y esta vez nos ha encontrado mejor, más receptivos".
Ese movimiento en doble dirección también se ha dado, pero de forma mucho más visible, con respecto al Gobierno catalán. Pasaron al olvido los rayos y truenos que descargaron sobre Sitges hace un año, cuando el presidente del Círculo de Economía, José Manuel Lara, inauguró las jornadas de entonces cargando contra la "falta de liderazgo" del primer tripartito y los empresarios, revoltosos, se desataron con sus críticas a la inestabilidad política. Lo que hubo ayer, y con los protagonistas bien conscientes de las cámaras, fueron abrazos, sonrisas, palmaditas en la espalda y guiños de complicidad entre el cabeza de este prestigioso foro empresarial y el presidente Montilla.
"Cataluña vuelve a ser un poco el oasis del Estado", dijo el empresario anfitrión, para quien el actual Gobierno catalán es "más previsible, más estable" y, su presidente, "un hombre de discurso sólido, sin fuegos de artificio". Lara huyó de hacer una buena evaluación del contenido de los primeros seis meses de Gobierno, pero sí dijo tener "la sensación de que se manda".
Montilla recordó al auditorio sus quejas de hace un año, sin mencionar al Gobierno Maragall. Desde la "fatiga" por la gestación del Estatuto hasta el hartazgo por la incertidumbre política, pasando por "el divorcio y la incomprensión creciente entre Cataluña y España". Ahora, proclamó el presidente, "buena parte de las incertidumbres de entonces se han esfumado" y existe un "clima más sosegado".
Pulla a Maragall
Montilla también deslizó una pulla a su antecesor, al comentar el esperado pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto. "Yo no pienso quedarme paralizado esperando una sentencia o, peor aún, lamentarme de ella antes de que llegue". Maragall ha confesado que el esfuerzo por sacar adelante la reforma estatutaria "no ha valido la pena".
El ambiente distendido instalado en Sitges -"Montilla ha querido pasar página y en cierta medida se ha conseguido", dijo Ángel Simón, consejero delegado de Aguas de Barcelona (Agbar)- fue tan comentado que el líder de CiU, Artur Mas, inició su intervención con estas palabras: "A ver si consigo no deslucir el tono cordial de estas jornadas". No lo hizo. Más que atacar, Mas se centró en ofrecerse como árbitro pacificador de la política española y en proponer un discurso económico muy en línea con el desgranado horas antes por Rajoy, con rebajas fiscales, críticas al intervencionismo del Gobierno en las empresas o advertencias contra la "autocomplacencia" por la buena marcha de la economía.
"Las distintas intervenciones han conectado con las preocupaciones de los empresarios", concluyó el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu.
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