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Reportaje:

Peleas de familia en Kazajistán

El presidente Nazarbáyev ordena la captura de su yerno, embajador en Viena, por presuntas actividades criminales

Pilar Bonet

El presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, ha dado un paso sin precedentes en aquel país centroasiático, donde es tradicional que las familias cierren filas para proteger y ayudar a sus miembros. El líder de uno de los países más ricos de la tierra en materias primas ha dado luz verde para que la justicia internacional persiga a uno de sus yernos, Rajat Alíev, acusado por la policía kazaja de estar implicado en la organización de una banda armada y en el secuestro de dos banqueros.

Alíev, que en el pasado había dirigido los servicios de seguridad de Kazajistán, era embajador de su país en Austria, hasta su cese fulminante la semana pasada. A Viena había llegado hace muy poco, procedente del Ministerio de Exteriores de su país, donde ejercía como viceministro. Nazarbáyev lo alejó de Kazajistán tras la desaparición del presidente del banco Nurbank, Zholdás Timralíev, y de otro alto funcionario de la misma entidad, Aibar Jasénov.

Los parientes del presidente están en cargos oficiales y empleos muy lucrativos

Las esposas de los desaparecidos denunciaron a Alíev, uno de los principales accionistas de Nurbank, mientras otro alto ejecutivo del banco, Abilmazhen Gilímov, dio fundamento a las sospechas al formalizar una denuncia en la que aseguraba que tanto él como Timralíev habían sido intimidados y amenazados personalmente por Alíev unos días antes de la desaparición de sus colegas. Según la denuncia, el yerno del presidente y sus hombres les habían esposado y encerrado en un sótano en las afueras de Almati, la antigua capital de Kazajistán, para exigirles con amenazas que vendieran sus propiedades inmobiliarias y sus participaciones en el banco.

Con la marcha de Alíev a Viena el asunto parecía condenado a morir en la maraña burocrática o a metamorfosearse en un tema menor, como otros escándalos que han afectado a la administración del país, incluido el asesinato a principios de 2006 de Altimbek Sarsembáiev, ex embajador de Kazajistán en Moscú y cerebro de la oposición a Nazarbáyev. Sin embargo, no ha sido así y el caso se ha reactivado. Alíev es considerado sospechoso de "organizar un grupo criminal" que se dedicaba a apropiarse de edificios y solares mediante extorsiones y chantajes.

Alíev dijo ayer en un comunicado en Viena que es víctima de una persecución política, que se va a presentar a las presidenciales de 2012 y no permitirá que su país se suma en el pasado soviético.

Considerado como uno de los hombres más ricos de Kazajistán, Alíev está casado con Dariga, que es diputada, y que durante un tiempo parecía destinada a ser la sucesora de su padre. A los esposos les pertenece un importante grupo de medios de comunicación, incluido el periódico Karavan y la cadena de televisión KTK, cerrados por las autoridades kazajas.

La persecución de Alíev podría indicar que la lucha contra la corrupción es más importante que la familia. Pero los observadores lo ven como una manifestación del enfrentamiento tradicional entre clanes. Alíev está enfrentado con el otro yerno de Nazarbáyev, Timur Kulibáyev, que según la revista Forbes es uno de los principales multimillonarios del país.

Kulibáyev, casado con Dinara, está en la junta directiva de la compañía de gas y petróleo Kazmunaigaz y en la dirección de Samruk, un consorcio creado para dirigir los activos del Estado. Directa o indirectamente, los yernos tienen ambiciones políticas, señalan los analistas, y de vez en cuando desbaratan los planes del presidente.

Tal vez por eso, Nazarbáyev ha decidido reformar la Constitución con un nuevo punto que le permite presentarse a los comicios cuantas veces quiera, una vez que expire su mandato en 2012. En el experimentado y astuto Nazarbáyev confían muchos en su país y en el extranjero. No ocurre lo mismo con sus codiciosos parientes, que gracias a sus vínculos familiares se han instalado en cargos oficiales y empleos con grandes perspectivas de lucro económico.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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