Valor de futuro
En una conversación entre Bernd Klüser y Joseph Beuys, en 1970, el galerista alemán plantea la cuestión del carácter serial de la obra artística y su condición de "vehículo físico" de difusión de ideas. "¿Podría producir un objeto 50.000 veces? ¿Acaso hay un límite? ¿No le molestaría que un objeto con una edición muy limitada adquiriera carácter de exclusividad, como por ejemplo ocurrió con el múltiple de las espinas de pescado?, inquiere Klüser. "No me molestaría", responde Beuys. "Estoy interesado en ambos principios. Hay algunos trabajos en los que la edición debe ser limitada, sencillamente porque no se puede hacer técnicamente de otro modo, pues yo no estoy interesado en asar espinas de pescado durante toda mi vida". En otro momento, el artista recuerda uno de sus múltiples más conocidos, Schitten (trineo), 1969. El vehículo original había sido utilizado por Beuys para deslizarse por la nieve, con sus hijos. También le había atado una cometa y lanzado a orillas del Rin. Después guardó el trineo y lo embadurnó de grasa. "Es una pieza única, aunque en la edición hay muchos. Ésa es la razón por la que se debe acentuar no el carácter espontáneo, sino el carácter planificado de las ediciones. A veces se trata de un artículo ready-made sometido a un cambio, pero también puede tratarse de cualquier otra cosa", asegura Beuys.
La obra de Joseph Beuys (Kleve, 1921-Düsseldorf, 1986) se dirigió a un público enorme gracias a la reproducción. Se la veía no como un objeto precioso, sino como una puerta abierta a momentos de libertad, de la naturaleza, pero sobre todo de la ciencia. Beuys admiraba antes a los científicos que a los artistas.
En 1986, Bernd Klüser decide convocar a treinta artistas de los movimientos más destacados del arte contemporáneo -pop, minimal, conceptual, fluxus, happening, povera, transvanguardia, nueva pintura- y les hace partícipes de un tributo a Joseph Beuys con motivo de su 65 aniversario. Pero pocos días después, el artista muere, y la celebración se torna en homenaje. Nace la serie gráfica For Beuys, una suite nada fúnebre donde dejan su sello autores de la talla de Donald Judd, Imi Knoebel, Kounellis, LeWitt, Cindy Sherman Warhol, Paladino, Mapplethorpe, A. R. Penck, Nam June Paik, Keith Haring, Sarmento... Klüser realiza una edición de 90, que acaba en manos de coleccionistas y devotos de aquel chamán y polemista incansable, defensor del arte antropológico y ecologista avant la lettre.
For Joseph Beuys, ahora en la sede del Círculo del Arte, es una de las raras ocasiones que tendrá el visitante de ver reunidas las treinta aportaciones de sus amigos artistas. El sello de algunos de los mejores representantes de las tendencias de los años ochenta es evidente; de la órbita italiana (Chiam, Clemente, Vedova), otras de sus discípulos o autores influidos por el magisterio de Beuys, como Knoebel, Kirkeby, Immendorf: o de otra forma, los renovadores de la escultura británica, como Cragg y Long. El primitivismo de Brown, las escenografías de Longo, la fusión cultural de Arakawa, o el minimalismo de LeWitt y Judd son respuestas sentidas a la fuerza comunicativa de un hombre que se sintió humilde y privilegiado al mismo tiempo. El valor de esta exposición, veinte años después de ser mostrada en la galería de Klüser en Múnich, recuerda las razones verdaderas de aquello que Beuys consideraba el mérito de la edición como "valor de futuro" y núcleo de condensación, que permite acumular no sólo cosas, también experiencias. La edición en serie como obra única, "soporte para la memoria en caso de que ocurra algo diferente en el futuro" (Beuys dixit). Y no cabe duda de que así ha sido.
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