Jaula de cristal para 'Bokito'
El zoo de Rotterdam intenta que el gorila no vea al público y vuelva a huir
A Copito de Nieve, el gorila albino que se convirtió en la mascota del zoo de Barcelona durante décadas, le ha salido un competidor. El nuevo simio más famoso de Europa reside en Blijdorp, el parque zoológico de Rotterdam y hasta se llama de forma parecida: Bokito. El problema es que a sus 11 años de edad y 180 kilos de peso se suma un carácter menos apacible que el de su legendario congénere. Su escapada del recinto al aire libre donde permanece con sus tres hembras y tres hijos provocó el pasado viernes heridas graves a una mujer, daños a otros tres visitantes y algo aún más inesperado. A partir de ahora, se protegerá con cristales especiales el contacto visual entre los gorilas y el público en Rotterdam. La medida puede parecer extrema, pero según los expertos es la única forma de evitar que la gente les cree inquietud contemplándoles largamente.
Varias personas heridas en la fuga del simio denuncian al centro por control deficiente
En el caso de Petronella Ivonne de Horde, de 57 años, y principal víctima de Bokito al que visitaba tres y cuatro veces por semana, su insistencia pudo influir en su inesperada reacción. A los gorilas no les gusta nadar y les asusta el agua. Sin embargo, éste atravesó el canal que separa su isla del público, saltó el muro de protección adicional y se plantó al otro lado, en el territorio de los humanos. La víctima, que acababa de pasar un rato mirándole y paseaba con su esposo, "oyó un ruido y se lo encontró detrás", en el sendero destinado al público. A partir de ahí, el supuesto contacto especial mantenido entre ambos durante meses se tornó una pesadilla que ha sorprendido a medias a los estudiosos del comportamiento animal.
Bokito la arrastró, pisoteó y mordió reiteradamente. Cuando la dejó abandonada para dirigirse a la cafetería, donde sembró el pánico entre las familias que almorzaban, Petronella de Horde tenía las costillas contusionadas, una mano pulverizada y un brazo roto por dos sitios. Otra mujer se rompió la cadera al intentar huir. Y un empleado del zoo, que se topó de frente con él, sufrió un fuerte choque emocional. A la vista de lo ocurrido, y teniendo en cuenta que el gorila pudo alterarse también por culpa de las piedrecillas que parece que le fueron lanzadas por varios niños, el director de Blijdorp, Ton Dorresteijn, piensa "instalar un cristal protector alrededor de la isla de los gorilas". En el recinto cerrado y con cristales donde pernoctan, y adonde acude el público a verles, "pondrán un cristal que sólo permita la visión por un lado, el de la gente visitante". De este modo, los curiosos que se acerquen podrán pararse sin que Bokito, o el resto de su familia, les vean.
Las nuevas barreras visuales llegan tarde para los asaltados. Petronella ha interpuesto una demanda contra el parque por lo ocurrido. Su familia sostiene que el zoo es responsable de la escapada por no haberlo sabido vigilar bien. De todos modos, si se demuestra que su búsqueda de contacto con el gorila influyó en su violenta reacción, su caso podría complicarse desde el punto de vista legal. Expertos en primates como Frans de Waal, explicaron tras el ataque que es posible que Bokito no comprendiera el comportamiento de la mujer y se pusiera furioso. El hecho de que le enseñara los dientes y ella creyera que se reía, también le parece extraño. "No es un signo de simpatía en un gorila, sino todo lo contrario", declaró al rotativo De Volkskrant.
Para una pareja con dos niños pequeños que pasaba el día en el zoo, la demanda presentada es por el trauma sufrido. Su hijo de tres años todavía tiene pesadillas y ataques de pánico desde que el pasado viernes viera a Bokito correr suelto. La tercera queja formal, de momento, corresponde a la mujer con la cadera rota. Con todo, el tumulto causado por la fuga de Bokito ha revelado pasajes de su biografía que tal vez expliquen en parte lo ocurrido. El gorila llegó del zoo de Berlín, donde era una atracción como ahora el osito Knut. Sus cuidadores le llevaban de paseo y se escapó -sin consecuencias- una vez. "Un gorila con gestos que parecen humanos, pero gorila al fin", según sentencia el director del zoológico, Blijdorp.
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