Muchas promesas, pocas realidades
Si se analiza el urbanismo que se ha implantado estas últimas décadas en los pueblos y ciudades de Andalucía -con la proliferación de macrourbanizaciones clónicas de adosados, campos de golf, centros comerciales, variantes...- será difícil deducir qué partido los gobierna. Las políticas urbanísticas, con honrosas excepciones, han homogeneizado el espectro político. ¿En qué se diferencian los modelos urbanísticos de Ayamonte o Carboneras (PSOE), Nerja o Roquetas de Mar (PP), Puerto Real o Casares (IU) y Vera o Ronda (PA)? Hagan un recorrido por el Aljarafe y comprobarán que todos los partidos son corresponsables de este compendio de barbaridades urbanísticas y de la proliferación de autopistas y variantes que lo han desfigurado de forma irreversible.
Por eso sorprende que los programas de los principales partidos políticos para las próximas elecciones municipales estén llenos de invocaciones al desarrollo sostenible, o sea, prometen que van a hacer lo contrario de lo que han venido practicando. Todos coinciden en prometer el fomento del trasporte público, de los carriles bicis, de las energías renovables, aumentar la peatonalización, pero cuando gobiernan...
Pocas medidas concretas para atajar la especulación que se ha convertido en un cáncer que está devorando nuestras ciudades y nuestros paisajes. IU promete PGOUs participativos, el PSOE aplicar criterios de sostenibilidad en toda su acción municipal, el PA más desarrollo sostenible y el PP revisar los PGOUs y el POTA, no se sabe muy bien para qué. Ningún compromiso para impedir que el planeamiento municipal se convierta en un mercado de compraventa de recalificaciones, ninguno para atajar cualquier atisbo de corrupción urbanística, ninguna alusión a la proliferación de macrourbanizaciones con campo de golf, ninguna referencia a los límites del crecimiento urbanístico. Escasos compromisos para aplicar la legalidad urbanística, ninguno contra aquellos municipios que la fomentan como arma política en favor de los propios alcaldes y alcaldesas, y si no, sólo hay que ver lo que ha sucedido en Chiclana (PSOE), Córdoba (IU), Barbate (PP) o Tolox (PA)
Algunos partidos incluyen la lucha contra el cambio climático en sus programas; el PSOE promete incluso saldo cero de emisiones de CO2, no sabemos cómo, con la proliferación de centrales térmicas que se han construido en Huelva y Cádiz con su apoyo. La realidad es que casi todos optan por el fomento del vehículo privado, por más y más variantes y autopistas. Cuando se ponen en marcha algunas iniciativas para eliminar el vehículo privado de los centros de las ciudades, como en Sevilla, PP y PA se oponen; cuando se plantea hacer la mayor inversión de la historia en Cádiz para construir un puente que facilite el acceso de más vehículos privados a una isla con cabida limitada, PP y PSOE se pelean para capitalizar este proyecto megalómano.
Sobre el problema del agua -que se irá agravando ante la desaforada demanda y las previsiones del cambio climático-, sólo IU se compromete a aplicar los principios de la Nueva Cultura del Agua, aunque en alguno de sus municipios se promuevan campos de golf. El PP sigue empeñado en construir más embalses y trasvases, como si así fuera a llover más. El PA promete ahorrar recursos naturales, pero no dice cómo, y el PSOE se queda en una simple proclama en favor de la mejora de la gestión pública del agua, lo que no impide que en muchos de los municipios que gobierna se haya privatizado la gestión del agua. Todos los partidos coinciden en la necesidad de potenciar la educación ambiental, aunque visto lo visto, probablemente habría que fomentarla entre los propios alcaldes y concejales.
Esperemos que la conciencia y la presión ciudadana hagan cumplir tanta promesa "verde" y consigamos que nuestros pueblos y ciudades sean más sostenibles, o lo que es lo mismo, tengan un futuro mejor.
Juan Clavero Salvador pertenece a Ecologistas en Acción.
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