Toreros a caballo
El arte del rejoneo, del toreo a caballo, está en alza. Las corridas de rejones llenan las plazas, Madrid incluida. El rejoneo actual se basa en el alto nivel de las cuadras de caballos y sobre todo en la técnica y la pureza con la que hoy día se rejonea.
El relevo generacional que ha conmovido los cimientos del toreo a pie es también un hecho incuestionable en el toreo a caballo, en el rejoneo. Un aluvión de jóvenes rejoneadores, dinásticos o no, han dado pasos muy serios para tomar el relevo, para renovar el escalafón.
En la plaza de Las Ventas dejaron su huella los pioneros, los portugueses Simão da Veiga y Francisco Mascarenhas y los españoles Antonio Cañero y Álvaro Domecq Diez; Conchita Cintrón, la diosa rubia, dio el toque femenino y delicado al arte ecuestre.
Luego vino Ángel Peralta. Con el Centauro de La Puebla el rejoneo alcanzó su mayoría de edad. A su lado se hicieron grandes Álvaro Domecq Romero, Rafael Peralta y el maestro de maestros: Manuel Vidrié.
Portugal, padre y madre del toreo a caballo, mantuvo la pureza con toreros de la categoría de José Manuel Lupi, Antonio y João Ribeiro Telles, Joaquín Bastinhas, João Moura padre.
Pero la plaza de Las Ventas de Madrid, tan peculiar en su integrismo, guarda especial recuerdo a rejoneadores, de menos relumbrón, pero que se enfrentaron a toros en puntas. Leonardo Hernández padre, hoy retirado, fue el último ejemplo. Pero el torero de Madrid a caballo fue el extremeño Gregorio Moreno Pidal.