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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El arte de la locura

"Trabajamos en la oscuridad, hacemos lo que podemos y damos lo que poseemos. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión es nuestra tarea. El resto es la locura del arte", apuntó Henry James refiriéndose a la metodología de su oficio en La edad madura, uno de sus muchos relatos de/con/sobre escritores.

Y es posible que, después de James, el narrador norteamericano que más se ha dedicado a inspeccionar las zonas peligrosas en las vidas de cuentistas y novelistas y lectores sea el terrorista Stephen King. Ahí están La mitad oscura, Misery y esa gran novela americana que es El resplandor, por citar unos pocos títulos de este hombre prolífico e inquietante por más de un motivo. Porque a esta altura del asunto, King es, además de frecuente huésped VIP en las alturas de las listas de best sellers, también es ese autor que -para indignación de algunos, Harold Bloom entre ellos- ha ganado un premio O. Henry, ha sido condecorado con la medalla de la National Book Foundation por "su distinguida contribución" a las letras de su país, es entrevistado por The Paris Review y a quien se le dedica -el caso de La historia de Lisey- la reseña de portada del suplemento de The New York Times.

LA HISTORIA DE LISEY

Stephen King

Traducción de Bettina Blanch Tyroller

Plaza & Janés. Barcelona, 2007

602 páginas. 22,90 euros

Más allá de todo esto, La historia de Lisey es el mejor libro de King en mucho, demasiado tiempo (probablemente desde El pasillo de la muerte, también conocido como La milla verde en 1996 o, quizá, Un saco de huesos en 1998). Y, nada es casual, La historia de Lisey trata de peligrosos procesos creativos, de la tinta como sangre y de la alucinante pero súbitamente cierta posibilidad de que los escritores sí, de verdad, se vayan a otra parte a buscar historias para luego traerlas a este lado de las cosas. La historia de Lisey es, también -hablada en el idioma privado de un matrimonio- una lograda y muy sensible novela de amor, de un amor más allá de la muerte.

Así, lo que aquí se cuenta, es la saga doméstico/fantástica de Lisey Debusher Landon viuda de Scott Landon: célebre escritor de novelas de horror (pero, atención, ganador del Pulitzer) cuya vida tiene más de un punto en común con la de King. Y Lisey se ha quedado sola para lidiar con el legado literario de su marido, con sus fanáticos fans, con varias hermanas propias que parecen salidas -tanto en términos de personalidad como de excelente escritura- de una novela de Anne Tyler, y con el mandato de peregrinar hacia Boo'ya Moon (la dimensión alternativa a la que Scott viajaba para inspirarse) y descubrir allí la verdad sobre el traumático pasado de su marido, sobre la oscuridad de su trabajo y, sí, sobre esa locura del arte apenas separada por una fina línea del arte de la locura.

Quien desde hace años ven

ga siguiendo hasta allí a King, encontrará en La historia de Lisey motivos extras de interés y diversión. Múltiples alusiones a títulos anteriores del propio autor quien, de paso, aprovecha la elegante metaficción de este juego complejo para reírse de sus detractores en general y de los académicos en particular.

Y acaso lo más inquietante de todo: las secciones realistas de La historia de Lisey son mucho pero mucho mejores que las partes que, se supone, deberían darnos miedo.

Pero tal vez ésta sea una buena noticia, quizá de eso se trate. Después de todo, cada uno de los grandes miedos sobrenaturales de King estuvieron siempre firmemente plantados en temores palpables y en cosas en las que todos creemos porque existen y aquí están. Tal vez lo que ocurra es que este gran escritor de terror -King escribió La historia de Lisey luego de una neumonía que casi termina con él y ya ha anunciado otra novela, Duma Key, protagonizada por un hombre que pierde un brazo pero no deja de sentirlo- haya comprendido, en su jamesiana edad madura, que nada causa más temor que este mundo en el que nacemos y morimos y, entre un extremo y otro, temblamos. Mucho. Trabajando y viviendo y haciendo lo que podemos. En la oscuridad. El resto... ya saben.

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