De 'botiga' en 'botiga'
Acto a las 19.00 horas: Puerta a puerta en Torredembarra. Ya me dirán si no prometía el programa de la jornada electoral del líder de la oposición catalana, Artur Mas, dispuesto a arropar como telonero al alcaldable de CiU en la localidad, Daniel Massagué. Qué tentador, imaginar a la señora María de turno sorprendida en la entrada de su piso, con los rulos en la cabeza, al descubrir con un dedo en el timbre a una sonriente e impecable réplica humana de nuestro Ken nacional. "Senyora, sap qui sóc? Doncs voti en Massagué".
Pero no hay ding dong. Mas, en una mera parada técnica en Torredembarra antes de su mitin en Reus, va con prisas y no está para territorios comanche. El puerta a puerta se convierte en un curioso paseo por la calle de Antoni Roig, donde decenas de botiguers le esperan, cabreados por las interminables obras en curso para asfaltar su calle y la supuesta falta de diálogo con el Ayuntamiento, que el PSC arrebató a CiU en 2004, tras una moción de censura suscrita por ERC y dos partidos locales.
Teresa, la propietaria de una tienda de lámparas, se pone colorada cuando Mas le estrecha la mano -le espeta un "estamos en campaña, ayúdenos"-, entre cámaras. "Es que no estoy acostumbrada a los fotógrafos", dice ella, tras asegurar que "no sabía que vendría". Pero los políticos no suelen correr riesgos. Un cartel pegado en la pared al final de la calle informa de que el líder convergente pasará esta tarde por el pueblo.
Intento en una tienda de deportes. "¡Mire qué socavón delante de la puerta! ¿Quién va a entrar a comprar aquí, señor Mas?", se lamenta la rubia que sale disparada de detrás del mostrador al ver a un político de verdad en la acera. "Si quiere que cambien las cosas, vótenos", reparte Mas a diestro y siniestro. A su candidato, que tiene una panadería y nunca antes se presentó a unas elecciones, se le ve azorado, atrincherado tras el boss.
-¿Conocéis a Massagué?
Mas quiere echarle un cable. Interroga a dos chicas. Le sale rana.
-No. Somos de El Vendrell.
Se para en una farmacia. Parece que va a entrar, pero pasa de largo. Al poco sale de ella... ¡el republicano Josep Bargalló! El séquito de Mas sostiene que no le ha visto.
A quien sí ve es a la mujer que, armada con un globo de gas con las siglas de ERC, irrumpe en su horizonte inmediato, empeñada en colocarle el cordel del globo en las manos. "A mí no me lo des, mujer. Cuando intento pactar con Esquerra, ¡me dice que no!"
Momento dejad-que-los-niños-se-acerquen-a-mí. Carantoña. Los papás también se quejan de las obras. "¿Me dejas que me haga una foto contigo?", aprovecha una mamá. Mas sonríe todo el rato, incluso cuando una señora le grita desde la otra acera: "¡Tú sólo quieres la trona!". El tipo aguanta. La deja hablar. "¡Tú, desde la Generalitat, podrías arreglar lo de la calle!", insiste. Mas replica: "Pues yo, desde la Generalitat, nada de nada". Sólo en ese instante se le tuerce el gesto. Pero en seguida se repone. Siguiente botiga.
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