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Análisis:Si yo fuera alcaldesa de Madrid | Elecciones 27M
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los coches, por turnos

Lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en Madrid es lo inhóspito que se ha vuelto. Y lo dice una gata de tercera generación; nací aquí, siempre he vivido aquí y siempre me ha gustado. Pero hay que reconocerlo, entre unos y otros han conseguido hacer de esta ciudad un erial, un lugar agresivo y poco amigable donde la gente salta por menos de nada. Se nos ha agriado el carácter a los madrileños, antes abierto y conversador.

Son muchos los problemas de Madrid: su desmesura, sus ruidos, sus obras y, sobre todo, el tráfico. Un día encontré a mi hijo jugando en la alfombra del salón con sus cochecitos. Había formado un monumental atasco con ellos y pitaba e insultaba haciendo distintas voces para darle ambiente. El segundo, que heredó los coches, pasa las horas aparcándolos por todos los rincones de su cuarto... Así que como no voy a ser nunca alcaldesa, salvo por un rato imaginario, y no tengo que agradar a ningún elector para que me reelija, ahí van algunas propuestas para devolver a Madrid la tranquilidad y la cordialidad perdidas.

La primera, la reducción drástica de coches. Mediante el sistema que sea, el del peaje por el centro como en Londres, el de los coches pares o impares por turnos, o el de premiar su uso colectivo, el caso es reducir el tráfico a la mitad.

Siguiendo por ese camino de recuperar espacios perdidos, también los de decisión. ¿Por qué casi nunca están de acuerdo los vecinos con las obras que se efectúan en sus barrios? ¿Por qué, aunque se organicen, rara vez consiguen para sus plazas y calles lo que desean? Porque casi nunca se les escucha. ¿Por qué no tener un sistema de elecciones mucho más participativo? ¿Por qué no pueden votarse los ciudadanos entre sí como representantes, y discutir y decidir lo que quieren para su ciudad? Que voten pues, que decidan y que su voto sea vinculante para los que gobiernan.

Una propuesta más: la capitalidad del reino, a subasta. ¿Quién la quiere? ¿Bilbao, Sevilla, Barcelona, Teruel? Para ellos. Para ellos los ministerios, las embajadas, los burócratas, las banderolas, las visitas oficiales... Seguro que se pierde un pico de los Presupuestos y muchos otros beneficios que desconozco, pero como mínimo ganaríamos en tranquilidad, porque ¿cuántas manifestaciones nos chupamos los madrileños por ser la capital? Ese honor, para el mejor postor, y Madrid recuperaría su espíritu de pueblón manchego que en el fondo siempre ha sido.

Madrid verde, sostenible, amigable y cordial. He ahí la obra emblemática que ningún alcalde parece perseguir, y eso que como aparecía en este diario hace unos días, está entre sus posibilidades. Y por si algún regidor futuro viene a reventarme el plan, le tomo una idea al ex alcalde Álvarez del Manzano, que nunca llevó a cabo, de construir en las afueras de la ciudad un manifestódromo, para que los quisieran protestar se despacharan a gusto sin molestar. Yo cedería gratis un trozo de páramo castellano pero para construir un alcaldódromo, a donde enviar a los alcaldes con tentaciones de obras faraónicas a esparcirse, a tunelar sin descanso, a abrir y cerrar agujeros sin freno, a alicatar plazas y jardines, a colocar bustos, estatuas, banderas y pirindolos con frenesí, lejos de nuestro espléndido Madrid donde los niños ya no jugarían a los atascos.

La directora de cine Icíar Bollaín, en un puente sobre la M-30.
La directora de cine Icíar Bollaín, en un puente sobre la M-30.G. LEJARCEGI

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