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Juicio contra dos porteros acusados del crimen de un marroquí por móvil racista

Jaime Turró y Salvador Salva se sientan desde ayer en el banquillo de la Audiencia de Barcelona acusados de matar de una paliza a un joven marroquí en 2001 a la salida de una discoteca de Malgrat de Mar (Maresme) en la que trabajaban de porteros. El fiscal considera que se trata de un homicidio y solicita 12 años de cárcel para cada uno. La acusación particular lo califica de asesinato y pide 20 años. Ambas acusaciones coinciden, sin embargo, en que concurre el agravante de racismo. Los dos porteros están en libertad. La defensa cree que son inocentes y pide su absolución.

El juicio se inició ayer con la declaración de los porteros, quienes negaron su participación en la trifulca que acabó con la vida de Mouhsine Chahnaoui, de 19 años, la madrugada del 14 de enero de 2001. Aquel día se produjo una pelea por "motivos confusos", dice el fiscal, a la salida de la discoteca Don Juan de Malgrat de Mar, en la que trabajaban los acusados. El fiscal asegura que ambos golpearon al joven en la cabeza con un objeto contundente que no puede precisar y con los puños "de forma repetida y contundente".

Falleció después de nueve días de estar en coma en un hospital. "Fue con un bate de béisbol. Nunca pude verle porque los médicos me aconsejaron que no lo hiciera por cómo estaba", explicaba ayer un amigo de la familia. La víctima trabajaba en la construcción y vivía en Calella con su hermana desde hacía 14 años. Los padres habían acabado hacía unos días la temporada turística de Navidad en el sector de la hostelería del Maresme y decidieron marcharse unos días de vacaciones a Marruecos.

Navajas

Los dos porteros coincidieron en explicar que media hora antes del crimen tuvieron un incidente con un grupo de marroquíes a los que les negaron la entrada y aquellos les respondieron sacándoles una navaja y amenazándoles. No fue a más y al acabar su jornada los porteros afirman que se encontraron con un nuevo incidente a las puertas de la discoteca, en el que volvieron a ver otra navaja, pero que se fueron para su casa. "¿Y usted no avisó a la policía habiendo visto tres veces las navajas esa noche?", preguntó el fiscal. "Yo no quería problemas", respondió un portero.

Los familiares y amigos de la víctima explicaron ayer que no confían en la justicia. Sus razones son que el juicio ha tardado seis años en salir y los acusados están en libertad. "Mi hijo sólo se estaba divirtiendo y lo mataron porque era moro", decía la madre, Jamila Sahhad.

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