Pantómetro
El audímetro de Sofres es como los famosos índices del producto interior bruto (PIB). Herramientas estadísticas muy sofisticadas, sí, pero que sólo sirven para medir enormes generalidades; gigantescos decimales macro que dicen muy poco de una vida cotidiana que siempre es cabezonamente micro, tanto en economía como en televisión. Llevo dos semanas observando de cerca los resultados del audímetro de Sofres y no me reconozco en esos shares, índices de audiencia bruta y minutos de oro que proclaman como Verdad Absoluta y con la que los publicitarios todavía comulgan a ciegas. El caso de la Pantoja, por ejemplo. Desde el punto de vista del audímetro, la tonadillera no existe o se reduce a un fenómeno marginal en medio de esas grandes audiencias generales que sólo se hacen por cadenas y programas y cuya base es el sagrado prime time.
Ahora bien, desde el punto de vista del espectador, o de un servidor, la pantocracia ha sido el único hecho relevante en este país durante estos diez días; de la misma manera, por cierto, que en EE UU lo fue Paris Hilton cuando se supo que ingresaría en la cárcel. Lo que no tienen en cuenta los audímetros de Sofres y Nielsen es que, aunque la televisión se divida por cadenas, espacios y horarios, la gente ve la tele transversalmente, sumando el total chorreando por las pantallas y ya no sólo por las del televisor. El caso es que el resultado final, nuestro micro-share mental, pocas veces coincide con los números de esa grosera máquina de medir audiencias.
Propongo a Sofres y Nielsen un nuevo audímetro transversal, temático y muy sensible a los colores de la actualidad. Lo llamaríamos pantómetro y serviría para medir con precisión las realidades rosas, people o gossip. Porque si ya estuviera inventado el pantómetro, o el hiltónetro, entonces comprobaríamos el verdadero poder (transversal, multimedia y monocromático) de esas epidemias virales que no respetan fronteras, pantallas, telediarios ni audímetros y son nuestra única telerrealidad, aunque las arcaicas máquinas de sumar audiencias todavía no sepan contarlas.
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