Ecos de cinefórum

Primer largometraje de ficción de Francisco Vargas, El violín es, por un lado, la amplificación del corto homónimo que situó al cineasta en el circuito de festivales, y, por otro, una declaración de amor a su protagonista y a su arte: el violinista octogenario Don Ángel Tavira, a quien Vargas conoció durante la realización del documental sobre la preservación del patrimonio musical del estado de Guerrero Tierra caliente... Se mueren los que la mueven (2004). Vargas retrata a Tavira sintiéndose la reencarnación para el nuevo milenio de Emilio El Indio Fernández: un poeta del miserabilismo ante el hallazgo de una orografía facial elocuente.

El violín convierte el estiramiento de una escueta metáfora en su único discurso: de vez en cuando aflora un plano poderoso o un diálogo con hondura, pero, por lo general, al espectador se le queda la sensación de ver la forzada recreación de un cine ya imposible, ese que, antaño, alimentaba cine-fórums católicos y deslumbraba a algunos con su eficaz ilusión de profundidad.