Tito Reyes, cantante de tangos
En el catastro tanguero quedará registrado como el último cantor de la orquesta del legendario bandoneonista Aníbal Troilo, Pichuco. Con gran acierto, esta formación fue conocida en los medios como "la orquesta de los cantores". Y la lista lo ratifica. Nada menos que Francisco Fiorentino, Alberto Marino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Ángel Cárdenas, Roberto Rufino, Elba Berón o Nelly Vázquez pusieron su voz al servicio del conjunto. Tito Reyes tuvo el honor de cerrar la nómina de estos juglares, para los que Troilo supo amoldar la orquesta con el fin de que lucieran plenas sus condiciones vocales. Cuando Tito Reyes debutó con la orquesta de Pichuco, éste le diría: "Tenías que haber nacido 20 años antes", refiriéndose a su estilo bien porteño.
Tito Reyes no estudió canto, se formó escuchando a Gardel por la radio y siguiéndolo en su incomparable fraseo. Se destetaría de su madre a los 15 años cantando en un café cercano a la casa y la noche y la bohemia se infiltraron en sus ansias juveniles. Era una época de infinidad de cantores aficionados que pasaban el platito en cafés y clubes de barrio, o era llamados para dar serenatas nocturnas a novias desveladas. Las ciudades tienen rumor propio y el de Buenos Aires es el tango y el fútbol.
Con el guitarrista Héctor Arbelo hizo el recorrido por la provincia bonaerense "tirando la manga", o sea, recogiendo la ayuda de los parroquianos. Se foguea en varietés y confiterías fortaleciendo su personalidad tanguera hasta que lo contrata Roberto Caló para cantar en su orquesta. Tito Reyes lleva la calle puesta en su expresión musical y poética.
Su primera grabación Frente al espejo, lo ubicó pronto en el vademécum tanguero. De ahí saltó a la formación de Joaquín do Reyes y éste sería el último peldaño antes que Aníbal Troilo lo llamara para trabajar en el Teatro Odeón. El encuentro se produjo puchero de por medio y entre las copas posteriores, tanto Reyes como Troilo interpretaron tangos donde la poesía tuviera gran calidad, cosa que siempre privilegió el director. Y además exigía que sus vocalistas cantaran por lo menos una milonga campera. Con Pichuco estuvo desde 1963 a 1975 y dejaría grabados 23 temas, clavando éxitos como la milonga El conventiyo, Hoy que estoy en los cuarenta y en el debe de la vida...
Actuaron en Brasil, en Nueva York, en Washington. Filmó Los guardianes del ángel. Tenía una teoría curiosa sobre su público: "Soy un triunfador con admiradores desorganizados, repartidos en la Argentina y otras partes del mundo, sin nadie que los convoque. Igual, me siento un hombre de barrio, tengo la cultura de la calle", y acto seguido pegaba una pitada al infaltable cigarrillo.
José María Otero es presidente de la Academia Hispanoargentina del Tango.
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