Carey Bell, un grande de la armónica y el 'blues'
Actuó junto a Willie Dixon y Muddy Waters

En realidad, Carey Bell soñaba con ser saxofonista. De niño seguía con devoción las grabaciones de Louis Jordan, pero sus padres no tenían dinero suficiente para un saxo y le sugirieron que se conformara con una armónica. Aprendió a tocarla por su cuenta, escuchando a clásicos como DeFord Bailey.
"La gran contribución de Bell consistiría en amplificar y distorsionar la armónica con el micrófono. Eso le imprimió al instrumento un ritmo más vivo y contemporáneo", glosaba estos días el presidente del sello discográfico Alligator, Bruce Iglauer.
Cuentan que a los ocho años ya era un virtuoso de su instrumento, y que a los 13 se enroló en la banda de blues del pianista Lovie Lee, su padrino. Lee le persuadió para que en 1956 se afincaran en Chicago, en busca de trabajos más estables. No fue del todo una buena idea: la mudanza coincidió con la eclosión del rock, y las nuevas bandas buscaban más a virtuosos de la guitarra eléctrica que de la armónica.
Carey Bell tuvo que reconvertirse en bajista y tocar como músico callejero para pagar sus facturas a fin de mes. Pero sus visitas a garitos como el Club Zanzibar le permitieron intimar con bluesmen como Little Walter, Sonny Boy Williamson II o Big Walter Thornton. Eso le dio el pedigrí suficiente para que en el año 1971 reclamara sus servicios el gran Muddy Waters, indiscutible padre del blues en Chicago. Puede escucharse a Bell en las Chicago sessions de Waters, igual que en la Chicago Blues All-Stars de Willie Dixon.
En solitario había debutado con un disco de 1969, Carey Bell's blues harp, pero no siguió cultivando su carrera en primera persona hasta mucho después. El colectivo Harp attack! de 1990 permanece como una de las obras más vendidas de la historia del género en Estados Unidos. Deep down (1995), ya sólo con su nombre en la portada, le hizo popular más allá de los círculos del blues, una reputación que cimentaría un par de años después con Good luck man.
Carey Bell deja nada menos que 10 hijos. Entre ellos figura el cantante y guitarrista de blues Lurrie Bell, con el que en 2004 grabó un entrañable álbum a dúo, Second nature.-

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