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Reportaje:

"No soy consciente de lo que he hecho"

El navegante vizcaíno Unai Basurko completa la vuelta al mundo en solitario 158 días después de partir de Bilbao

El de ayer fue un día de saltos para Unai Basurko. Brincos sobre su embarcación, sobre el pantalán, sobre la plataforma de saludo al público. Expresiones continuas de alegría, no desprovistas de cierto alivio. No era para menos. El navegante vizcaíno (Portugalete, 1973) concluyó ayer en el Puerto Deportivo de Getxo 158 días de travesía en la Velux 5 Oceans, la vuelta al mundo en solitario y con escalas. "No soy consciente de lo que he hecho; necesito tiempo y tranquilidad para digerirlo", proclamó Basurko, saludado a su llegada por varios miles de personas.

Como su tercer puesto final no corría riesgos -el veterano sir Robin Knox-Johnston no conoce el Cantábrico como Basurko-, el marino decidió aflojar el ritmo en la noche del viernes, con el propósito de llegara a puerto precisamente en la mañana del sábado. Eran las 10.03 cuando el Pakea de Basurko, con las velas arriadas por la persistente lluvia, rebasaba la línea de meta, escoltado por decenas de barcos. "Siempre me dicen que llego a horas intempestivas y cuando llueve", bromeó el navegante, delgado pero con aspecto robusto.

Varios miles de personas recibieron al marino, que concluyó tercero la regata Velux 5 Oceans
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Antes del amarre definitivo, Basurko tuvo tiempo de acercarse al Puente Colgante. Allí le esperaban sus vecinos de Portugalete, los mismos que le vieron empezar en la vela de la mano de su padre cuando sólo contaba cuatro años. Pero el gran tributo se produjo en Getxo, con cientos de personas al borde de los pantalanes. Al Pakea le costó atracar, desfavorecido por el viento contrario, y tuvo que recibir alguna que otra ayuda de las lanchas auxiliares. En la popa, la misma ikurriña que José Luis de Ugarte, el marino en el que siempre se ha fijado Basurko, portó a durante la Vendée Globe de 1993. Una vez en tierra, era el turno de los abrazos, múltiples, con familiares, amigos y, por supuesto, con el resto de navegantes que habían desembarcado los días anteriores. Bernard Stamm, el campeón, fumaba de manera relajada, conversando con Knox-Johnston. Poco después se les unió el japonés Kojiro Shiraishi. Todos ellos ya habían conseguido dar la vuelta al mundo en otras ocasiones. Ahora, Basurko pertenece a esa exclusiva hermandad. "Una de las cosas más bonitas de la regata es la solidaridad. En alta mar, tu adversario se convierte en tu mejor amigo si surge algún problema", afirma Basurko.

"No soy consciente de lo que he hecho. Necesito tiempo y tranquilidad para asimilarlo, porque ahora mismo no tengo palabras", acertó a comentar Basurko, que ha surcado los temibles cabos de Buena Esperanza y Hornos. "Hay que verlo para saber de lo que se trata; no vale con leerlo en los libros", explicó el marino dl último. Pero el momento más amargo, el de las dudas más insistentes, lo sufrió unos pocos días después de la salida. El temporal en el Golfo de Vizcaya desgarró la vela del Pakea y desestabilizó al barco. "Pensaba que me volvía para Bilbao. Pero después de aquello dije que iba a acabar, y aquí estoy", bromeaba ayer. "El barco es como un chaval. Creció con dudas, pero lo hemos educado poco a poco, comprendiendo cuáles eran sus problemas", dijo del Pakea.

Basurko finaliza tercero una regata que arrancó el 22 de octubre en Bilbao con destino a Fremantle, en el sur de Australia. Allí se plantó en 72 días, cuatro menos de los que empleó en conectar Fremantle con Norfolk, en la costa este de Estados Unidos. Desde allí a Bilbao en 17 días. En total, 31.179 millas. Una distancia suficiente para que Basurko piense ahora en celebrar su gesta y "en dormir en una cama de verdad, porque la del barco es muy estrecha".

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